¿Qué Debo Hacer Para Ser Salvo? (Hechos 16:30)

 

¿Qué Debo Hacer Para Ser Salvo?

EL PLAN DIVINO: PARA LA SALVACIÓN.

(Hechos 16:30)

 

y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?”.

(Hech. 16:30) 

 

Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

 

Introducción:

En el siglo I, un carcelero preocupado preguntó a dos líderes cristianos: “¿Qué debo hacer para ser salvo? (Hech. 16:30). Esa es, de hecho, la pregunta más importante que se pueda hacer. No solo nos preocupan los males de nuestro mundo, sino también nuestras propias faltas.

A menudo nos sentimos culpables por aquellas palabras y acciones que nuestra propia conciencia nos advierte que son incorrectas. Probablemente sintamos que merecemos el juicio de Dios y no su favor. ¿Qué se puede hacer, o qué se ha hecho, para salvarnos de esa situación desesperada? Para responder a esta pregunta,

·      Primero ofreceremos un esquema del plan de Dios y su obra para traer la SALVACIÓN, y

·      Luego analizaremos estas verdades en más detalle.

I.       Esquema Sinóptico:

Veamos estos cuatro puntos del esquema de interés que son: La Creación, La Rebelión, La Redención, El Cumplimiento. Veamos.

1.1.   La Creación:

Dios creó el mundo y todo lo que está en el:

·      En el principio creó Dios los cielos y la tierra: […] Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. (Gn. 1:1, 27).

Creó a los seres humanos para que fueran semejante a él y tuvieran una comunión sin restricciones con él, y cuando completó la obra de su creación vio que lo que había hecho era bueno en gran manera (Gn. 1:31).

1.2.    La Rebelión:

Aunque las primeras personas que Dios creó, Adán y Eva, tenían libertad absoluta para vivir en una relación de amistad y confianza en él, eligieron rebelarse (Gn. 3:1-7). Como Dios había planeado que Adán representara a toda la raza humana, su pecado fue catastrófico no solo para él, sino también para todos nosotros:

·      Por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres (Rom. 5:18); nuestra comunión con Dios se rompió.

En lugar de disfrutar de su santa complacencia, quedamos enfrentados a su justa ira. Por ese pecado, todos morimos espiritualmente (ver Rom. 3:1-20; Ef. 2:1-10) y el mundo entero sufrió las consecuencias. Dios también maldijo al mundo, originalmente creado para que los seres humanos reinaran en él como sus administradores (ver Gn. 3:17-19).

·   Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó (Rom. 8:20).

Además, todos pecamos individualmente contra Dios a lo largo de nuestra vida:

·      Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios (Rom. 3:23).

1.3.   La Redención:

Dios habría sido perfectamente justo si hubiera dejado las cosas así, con todos los seres humanos bajo su juicio santo, pero hizo algo diferente:

·      Puso en marcha su plan para salvar a su pueblo del pecado y del juicio, y

·      Liberar a toda la creación de la esclavitud del pecado y de la maldición.

¿Cómo lo hizo?

Envió a su Hijo como un hombre verdadero que soportara el castigo por nuestros pecados y muriera por nosotros:

·      Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras(1 Cor. 15:3).

El versículo más conocido de la Biblia resume la respuesta necesaria a estas buenas nuevas:

·      Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna(Jn. 3:16).

Creer enJesús significa confiar de todo corazón en que él perdonará nuestros pecados, y tomar la decisión de renunciar a ellos, oarrepentirnos”:

Ø Todos los que verdaderamente se arrepienten [o se apartan de sus pecados] y creen [en Jesús para el perdón de sus pecados] serán redimidos (Mr. 1:15) y verán restaurada su relación con Dios.

Creer enJesús también exige relacionarse con Jesús y confiar en él como quien realmente es, no solo hombre que vivió en la historia antigua, sino también un Salvador que vive hoy, conoce nuestro corazón y escucha nuestras oraciones.

1.4.   El Cumplimiento:

Dios no solo rescata a los pecadores perdidos, sino que también restaura toda la creación. Leemos en Romanos 8:21:

·      La creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”.

Los cielos y la tierra pasarán y se transformarán radicalmente (2 P. 3:7-13; Ap. 21:1).

Leemos sobre la culminación gloriosa de esta transformación en el libro del Apocalipsis, donde el pueblo de Dios, los resultados, serán llevados a la presencia de Dios para vivir eternamente (Ap. 21:1-22:6). Así es como debe ser la vida, tal como Dios la concibió.

II:     Completar Los Detalles:

Tomemos una pausa para analizar esto con más cuidado y de manera específica, y abordemos las cuestiones de: Dios, el hombre, Cristo, la respuesta y el resultado.

2.1.   Dios:

El Dios de la Biblia es el único verdadero. Es el más grande de todos los seres. No depende de nadie para existir. Existe eternamente como un único Dios en tres personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo), un misterio que escapa a nuestro entendimiento, pero en el cual no hay contradicción.

Tiene planes y actúa según su propia buena voluntad:

·      Hace todas las cosas según el designio de su voluntad (Ef. 1:11).

Dios creó el mundo y actúa en él conforme a su propio plan:

Ø Prefecto,

Ø Santo,

Ø Bueno y

Ø Amoroso.

De la misma manera que este Dios perfectamente bueno creó todo según sus propios propósitos, así ha actuando para salvar a las personas que se rebelaron contra él. No actúa de esa manera porque una fuerza externa lo obligue, sino que es según su grande misericordiaque nos hizo renacer para una esperanza viva, por la misericordia de Jesucristo de los muertos (1 P. 1:3).

2.2.   Hombre:

Las personas fueron creadas a imagen de Dios (Gn. 1:27-28). ¿Qué significa eso? En parte, significa que tenemos el privilegio de actuar como representantes de Dios, como vicegobernadores de la creación de Dios, al someter a las criaturas de la tierra y reflejar el buen gobierno de Dios sobre nosotros.

Nuestra autoridad deriva de la de Dios (Ef. 3:14-15) y tiene el propósito de reflejar esa autoridad. Pero más allá de nuestra función, haber sido creados a imagen de Dios también significa que somos como Dios en muchos aspectos. Al igual que Dios, somos seres espirituales y racionales. Al igual que Dios, nos comunicamos y entablemos relaciones. Al igual que Dios, nuestra alma perdura eternamente.

Sin embargo, la Biblia también enseña que el pecado de Adán y Eva tuvo efectos permanentes, como se relata en Génesis 3. A causa de ese pecado, nacemos moralmente caídos. Por nuestra naturaleza, estamos apartados de Dios y tendemos al pecado en cada área de nuestra vida. Quizás no somos tan malos como podríamos llegar a ser, pero en ningún punto somos tan buenos como deberíamos.

Ahora todos somos pecadores y pecamos en todas las áreas de nuestra vida (Rom. 3:23). Estamos corrompidos y tomamos decisiones equivocadas. No somos santos y, de hecho, estamos inclinados al mal; no amamos a Dios y, por lo tanto, estamos justamente condenados a la ruina eterna, sin defensa ni excusas. Somos culpables de pecar contra Dios, perdimos su favor y estamos bajo la maldición de Génesis 3, y pende sobre nosotros la promesa de su juicio correcto y justo en el futuro y por la eternidad (“la paga del pecado es muerte, Rom. 6:23). Esta es la situación de la que necesitamos ser salvos.

2.3.   Jesucristo:

Fue en ese momento, cuando todos los seres humanos estábamos indefensos y desesperados, que Dios nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados (1 Jn. 4:10).

1) Plenamente Dios.

El Hijo de Dios, que existe desde la eternidad junto con el Padre y el Espíritu Santo, y que posee todos los atributos de Dios desde la eternidad, se hizo hombre. Nació como Jesús, hijo de la Virgen María. El Hijo vino al mundo con un propósito: “para dar su vida en rescate por muchos (Mr. 10:45), lo que significa que vino a redimirnos del pecado y de la culpa.

Fue consciente de su sacrificio y no se opuso a él. En obediencia a su Padre, eligió amar al mundo de esa manera. Aunque es plenamente humano, tampoco dejó nunca de ser plenamente divino durante todo el tiempo en que vivió en la tierra (y sigue siendo plenamente Dios hasta hoy).

Ø Jesús mismo enseñó claramente sobre su deidad al explicar la manera en que cumplía la profecía relacionada con la venida de Dios mismo (Mr. 14:61-62).

Ø Jesús perdonó pecados (Mr. 2:5),

Ø Aceptó la adoración (Jn. 20:28; Ap. 5) y enseñó:

·      Yo y el Padre uno somos (Jn. 10:30).

2) Plenamente Hombre.

Jesucristo también fue plenamente hombre. No fue una deidad que fingiera ser un ser humano sin ser. Jesús fue plenamente humano (y sigue siendo plenamente humano hasta hoy). Nació y vivió en sumisión a sus padres terrenales. Su cuerpo fue completamente humano; crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría (Lc. 2:40). Aprendió el oficio de carpintero (Mr. 6:3).

Tuvo hambre y sed, y sintió cansancio, luchó contra la tentación y finalmente padeció incluso la muerte. Jesucristo fue, y es, plenamente Dios y plenamente hombre. El eterno Hijo de Dios se transformó en hombre para salvar a los pecadores.

3) Vida Perfecta.

Jesucristo vivió una vida perfecta. Sin duda, todas sus acciones fueron lo que deberían haber sido. Sus palabras fueron perfectas. Dijo solo lo que el Padre le ordenó. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho (Jn. 12:50). Hizo solo lo que el Padre deseaba (Jn. 5:19; por ejemp. Lc. 22:42). Por eso, el escritor de Hebreos llega a la siguientes conclusión:

·      No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado (Heb. 4:15).

Jesús vivió la vida de amor constante e incondicional hacia el Padre que Adán y Eva, Israel, y también todos nosotros deberíamos haber vivido. No merecía el castigo de Dios porque nunca fue desobediente.

4) Enseñanzas.

Jesús vino a enseñar la verdad de Dios, en especial sobre sí mismo (Mr. 1:38; 10:45; Lc. 20:42; 24:44). Enseñó la verdad sobre Dios, sobre su relación con Dios Padre (Jn. 14), sobre nuestro pecado, sobre lo que había venido a hacer y sobre cuál debe ser nuestra respuesta. Además, explicó que las Escrituras del AT., se referían a él (Lc. 24:44).

5) Crucifixión.

Dios envió a su Hijo específicamente para que muriera por nosotros (Mr. 10:45; Jn. 3:16-18). Esa es la manera en que Dios mostró su amor por nosotros (Rom. 5:8; 1 Jn. 4:9-10). Cristo dio su vida en rescate por nosotros (Mr. 10:45; 1 Tim. 2:6).


Con su muerte pagó el castigo por nuestros pecados.

La crucifixión de Jesucristo fue un terrible acto de violencia por parte de las personas que lo rechazaron, lo sentenciaron, se burlaron de él, lo torturaron y lo crucificaron. Sin embargo, también fue una demostración del amor desinteresado de Dios, ya que el Hijo de Dios soportó el castigo de la ira de Dios contra nosotros por nuestros pecados (Dt. 21:23; Is. 53:5; Rom. 3:25-26; 4:25; 5:19; 8:3; 2 Cor. 5:21; Filp. 2:8; Heb. 9:28).

6) Resurrección, Ascensión y Regreso.

Al tercer día después de su crucifixión, Dios resucitó a Jesús de entre los muertos. Eso demostró la aceptación del servicio realizado por Cristo mediante su ministerio y, específicamente, la aceptación por parte de Dios del sacrificio de Cristo para todos los que se arrepienten y creen (Rom. 1:4; 4:25). Cristo ascendió al cielo y así vendrá como le habéis visto ir al cielo (Hech. 1:11). Con el regreso de Cristo se completará el plan de Dios.

2.4.   Respuesta:

Por lo tanto, si Dios ha hecho esto en Cristo, ¿qué debemos hacer para ser salvos? Debemos volvernos a Dios en Cristo, lo que implica apartarnos del pecado. Si nos arrepentimos de nuestros pecados (decidimos abandonarlos y alejarnos de ellos, según nuestro mejor entender) y confiamos en Cristo como una persona viviente, seremos salvos de la ira justa de Dios contra nuestros pecados.

¿Qué debo hacer para ser salvo1)? (Hechos 16:30):

 

NOTA: Es muy probable que la pregunta del carcelero se refiere a ser Salvo del juicio de Dios, un tema que seguro escuchó nombrar en las oraciones y los cánticos de los prisioneros.

Esta respuesta de arrepentimiento y fe (o confianza) se explica en más detalle a continuación:

1) Convertirse a Dios.

En el AT., Dios ordena a las personas convertirse o volverse a él para ser salvos (por ejemplo Is. 6:10; Jr. 18:8). En el NT., Cristo predicó que las personas deben convertirse a Dios, y Pablo resumió el contenido de su predicación cuando pidió que [todos] se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento (Hech. 26:20; comp. Hech. 26:18).

De ese modo, como había afirmado Pablo, él predicó testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo (Hech. 20:21).

Arrepentirse significa convertirse. Y la conversión a la que estamos llamados para ser salvos es en esencia volvernos a Dios. Jacobo se refirió a los gentiles que se convirtiesen a Dios (Hech. 15:19). Convertirse en este sentido bíblico, es orientar la propia vida hacia alguien. Como pueblo de Dios, es decir, como aquellos que están siendo salvos, tenemos que hacer lo mismo que el Hijo Pródigo, quien, a pesar de ser consciente de su pecado, su culpa y su insensatez, corrió hacia su Padre (Lc. 15:20). En Listra, Pablo llama a las personas a convertirse al Dios vivo (Hech. 14:15).

Pablo se refiere a los cristianos de Galacia como personas que han llegado a conocer a Dios (Gál. 4:9); esto es lo que hacemos en señal de arrepentimiento: nos arrepentimos ante Dios, nos convertimos a él y de ahí en adelante, lo conocemos como el Dios que perdona nuestros pecados y nos acepta por causa de Cristo.

2) Apartarse Del Pecado.

Volvernos a Dios implica necesariamente apartarse del pecado. Toda la Biblia (el AT., y el NT.) enseña con claridad que arrepentirse significa confesar el nombre de Dios y volverse del pecado (ver 1 R. 8:35; comp. 2 Cron. 7:14; Jr. 36:3; Ez. 14:6; 18:30; Hech. 3:19; 8:22; 26:18; Ap. 2:21-22; 9:20-21; 16:11). No podemos buscar a Dios y al mismo tiempo persistir en el pecado.

En 1 Juan queda claro que nuestro modo básico de vida estará orientado a Dios y a su luz o, de lo contrario, a la oscuridad del pecado.

·      Los cristianos seguimos pecando en esta vida, aunque eso se opone a nuestro deseo más profundo y sabemos que no está ben;

·      El pecado ya no guía ni dirige nuestras vidas como antes.

Ahora no somos esclavos del pecado. Aunque todavía luchamos contra el pecado (Gál. 5:17), Dios nos ha dado el don del arrepentimiento (Hech. 11:18) y hemos sido liberados del poder dominante del pecado.

3) Creer y Confiar.

Dicho de otro modo, nuestra respuesta es creer y confiar en las promesas de Dios en Cristo y comprometernos con Jesucristo, el Dios vivo, como sus discípulos. Entre las primeras palabras de Jesús en el evangelio de Marcos se encuentra la frase arrepentíos, y creed en el evangelio (Mr. 1:15).

La obediencia que caracteriza al pueblo de Dios, que comienza con el arrepentimiento, es el resultado de la fe y la confianza que tenemos en él y en su palabra (por ejemplo Jos. 22:16; Hech. 27:25). Por consiguiente, el pecado puede entenderse como alejarse de la fe (ver Rom. 14:23).

Tener fe en Cristo, lo cual sella nuestra unión con él a través del Espíritu Santo, es el medio por el que Dios cuenta la justicia de Cristo como si fuera nuestra (Rom. 3:21-26; 5:17-21; Gál. 2:16; Ef. 2:8-9; Filp. 3:9). Pablo se refirió a la salvación por la fe que es en Cristo Jesús (2 Tim. 3:15). A menudo, ese arrepentimiento y esa fe iniciales pueden expresarse sencillamente en una oración a Dios.

2.5.   El Resultado:

El plan de Dios es salvar a su pueblo de sus pecados y atraerlo hacia él de manera plena y definitiva (Mt. 1:21; 2 Tim. 2:10). Los cristianos experimentamos la salvación en esta vida en un sentido pasado y presente, y esperamos la Salvación en un sentido futuro.

·      Los cristianos hemos sido Salvados del castigo merecido por nuestros pecados;

·      En la actualidad somos Salvos del poder del pecado; y

·      Un día, cuando se haya completado el plan de Dios y estemos con Cristo, seremos como él y seremos Salvos incluso de la misma presencia del pecado.

Ese es el plan de Salvación de Dios.

 

Que [todos] se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento”.

__________

Notas y Bibliografía:

1)  sozo = (σώζω, G4982), salvar. Se utiliza, como con el nombre soteria = salvación:

(a) De liberación material y temporal de peligros, sufrimientos, etc. (por ejemp., Mt. 8:25; Mr. 13:20; Lc. 23:35; Juan 12:27; 1 Tim. 2:15; 2 Tim. 4:18: «preservará»; Jud. 1:5); de enfermedad (Mt. 9:22; Mr. 5:34; Lc. 8:48; Stg. 5:15);

(b) De la salvación espiritual y eterna concedida en el acto por Dios a aquellos que creen en el Señor Jesucristo (por ejemp., Hech. 2:47, vm: «los salvados»; Besson añade la siguiente nota en el margen: «No «los que habían de ser salvos»»; rvr77 traduce fielmente: «los que iban siendo salvos», corrigiendo así las dos revisiones anteriores, rv y rvr; Hech. 16:31; Rom. 8:24: «fuimos salvos»; Ef. 2:5, 8; 1 Tim. 2:4; 2 Tim. 1:9; Tit. 3:5);

(c) De la agencia humana en ello (Rom. 11:14; 1 Cor. 7:16; 1 Cor. 9:22);

(d) De las presentes experiencias del poder de Dios para liberar de la servidumbre del pecado (p. ejemp., Mt. 1:21; Rom. 5:10; 1 Cor. 15:2; Heb. 7:25; Stg. 1:21);

(e) La liberación de los creyentes a la Segunda Venida de Cristo (p. ejemp., Rom. 11:26);

(f) Inclusivamente denotando todas las bendiciones otorgadas por Dios a los hombres en Cristo (p. ejemp., Lc. 19:10; Juan 10:9; 1 Cor. 10:33; 1 Tim. 1:15);

(g) De aquellos que persisten hasta el final del tiempo de la gran tribulación (Mt. 10:22; Mr. 13:13);

(h) Del creyente individual que, aunque perdiendo su recompensa ante el tribunal de Cristo en el siglo venidero, no perderá su salvación (1 Cor. 3:15; 5:5);

(i) De la liberación de las naciones en el milenio (Ap. 21:24, en tr.). (VINE).

-  Biblia de estudio teológico. Edit. Sociedad Bíblicas Unidas. 1960. Págs. 2221-2224.

-  e-Sword-the. LEDD.       

-  Biblia de Estudio RYRIE.

- Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 24/8/2024. MISIÓN BAUTISTA: Emanuel”. AA-HH Ciudadela de Noé.  Los Cardos Mz. E - Lt. 18. III Etapa.  Cel. 937-608382-Tumbes.

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