Parte II: Evidencias Bíblicas Tocante A La Deidad De Cristo: (Mt. 16:17).
Parte II:
Evidencias Bíblicas Tocante A La Deidad De Cristo:
«Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos» (Mt. 16:17).
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
III. LA BIBLIA CONFIERE A CRISTO EL NOMBRE DE DIOS:
La
Biblia presenta a Jesús como el Hijo
de Dios lo cual constituye una declaración de Su absoluta deidad.
También lo presenta como «el Hijo del Hombre»,
identificándolo, por un lado, con la autoridad soberana que como Mesías ha de
ejercer cuando venga por segunda vez a la tierra con poder y gran gloria. La
Palabra de Dios, además, confiere a Jesús él nombre de Dios. En el relato de la
anunciación del nacimiento de Cristo, Mateo cita al profeta Isaías:
Ø
He
aquí la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y
Ø
Llamará
su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros (Mt.
1:23).
La
persona en quien se cumple la profecía de Isaías es concebida virginal‐mente en el vientre de María,
es llamado el Unigénito
Hijo de Dios, el Hijo del
Hombre, Emanuel,
es decir, Dios con
nosotros.33)
Uno de los pasajes más significativos referente al tema de la deidad de Cristo es, sin duda, Filipenses 2:5–11.
En
este pasaje, Pablo escribe acerca del origen celestial de Cristo, Su relación
con la deidad en la eternidad, Su encarnación, Su humillación y muerte en la
cruz, y Su subsecuente exaltación a la gloria. Pablo comienza diciendo:
· Haya pues en vosotros
este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual siendo en forma de Dios
no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse (Filp.
2:5–6).
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo
Jesús,… el cual, siendo en forma de Dios,
no estimó el ser igual a Dios
como cosa a que aferrarse”. (Filp.
2:5-6).
Cada
palabra en este pasaje es de gran importancia. En esta breve consideración se
dará atención a tres expresiones o frases:
1) «Siendo»
(huparchon
= ὑπάρχων),
2) «En
forma de Dios» (en
= ἐν morfe = μορφῇ tou = τὸ theou = Θεοῦ) y
3) «El ser igual a Dios» (to = τὸ einai = εἶναι isa = ἴσα theoi = Θεῷ).
· La primera, la palabra
«siendo»
es un participio presente en la voz activa en el cual la noción del tiempo no
interviene y puede traducirse por la palabra «existiendo». Este
vocablo sugiere la existencia eterna de Cristo, y esto en sí es un aspecto de Su deidad.
· La segunda expresión, que
debe notarse en este himno cristológico es «en forma de Dios». La
palabra «forma»
es la traducción del vocablo griego morfe. En el
idioma castellano, «forma»
denota la apariencia externa de una cosa. En el idioma griego, sin embargo, morfe
subraya el hecho de que cualquiera que sea la apariencia externa
de algo es el resultado de su esencia o de su naturaleza intrínseca.34) De
modo que, si Cristo existe «en forma de Dios», es
porque la naturaleza más íntima de Su ser es la naturaleza misma de Dios. Esto
significa que Cristo tiene que ser Dios, ya que sólo Dios puede poseer las
cualidades intrínsecas de la deidad.
· Por último, la
expresión «el ser igual a Dios» debe
de ser considerada con mucha atención en este contexto. Jesús no consideró el
ser igual a Dios como una usurpación. Su naturaleza, Su rango, Su gloria, Su
majestad son los que a través de la eternidad han correspondido a la deidad, y
por lo tanto, pertenecen a Cristo. Jesús abandonó temporalmente Su posición en
la gloria con el Padre Celestial (Jn. 17:5).
Para Cristo, «el ser igual a Dios» no era un acto de usurpación. La expresión «ser igual a Dios» denota que posee la misma naturaleza divina que el Padre posee. Cristo puede, por lo tanto, ser llamado Dios al igual que el Padre sin que tal designación constituya una blasfemia.
En su epístola a los
Romanos, capítulo 9, Pablo enumera los privilegios de la nación de Israel, diciendo:
De quienes son los
patriarcas y de los cuales, según la carne, vino el Cristo, el cual es Dios sobre
todas las cosas,
bendito por los siglos. Amén (Rom. 9:5). En el texto griego, el
sustantivo «el Cristo» (ho Christos) es el
antecedente del sustantivo «Dios» (ho theos). Es
más, en el griego «Dios» va
acompañado del artículo definido. De
modo que Pablo, literalmente, dice: «… el
Cristo, el cual es el Dios sobre todas las cosas…». Indudablemente, el apóstol identifica al
Mesías como Dios manifestado en la carne. Por supuesto que este texto enfatiza
tanto la humanidad como la deidad de Jesucristo, algo que ocurre con bastante
regularidad en el Nuevo Testamento.
Un
pasaje de indiscutible importancia relacionado con el tema de la deidad de
Cristo aparece en el libro de los Salmos 4:6. En este texto, Dios el Padre se
dirige al Hijo, llamándolo «Dios»: «Tu trono, oh Dios, es eterno y
para siempre, cetro de justicia es el centre de tu reino». Este
mismo pasaje es citado por el escritor de la epístola a los Hebreos para
demostrar la preeminencia de Cristo. Según el autor de la mencionada epístola, Jesús es preeminente
por las siguientes razones:
1) Es el heredero de todo,
2) Es el creador del universo,
3) Es la revelación absoluta de
Dios,
4) Ha purificado a Su pueblo de pecado,
5) Ha sido exaltado a la
diestra del Padre,
6) Como
Hijo, tiene que ser de la misma naturaleza con el Padre celestial, y
7) Es específicamente llamado Dios por el Padre Celestial: «Mas del Hijo dice: «Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino» (Heb. 1:8).
En realidad, son muchos los pasajes del Nuevo Testamento donde Jesús es específicamente designado como «Dios».
Ciertamente hubiese sido una flagrante blasfemia si los escritores bíblicos, escribiendo bajo la dirección del Espíritu Santo, hubiesen atribuido a Cristo el título de Dios si en realidad no lo fuese. Sería absolutamente inexplicable que hombres con un concepto tan elevado de Dios como los apóstoles y con una reverencia tan profunda hacia el Antiguo Testamento hubiesen deificado a un mero hombre.35)
IV.
CRISTO POSEE LOS ATRIBUTOS DE DEIDAD:
Los pasajes bíblicos citados en la sección anterior debían ser suficientes para concluir que la Biblia enseña con suma claridad la doctrina de la deidad de Cristo. Es importante añadir, sin embargo, que la Palabra de Dios explícitamente enseña que Cristo posee todos los atributos de la deidad. La Biblia enseña que Cristo es omnipotente, omnipresente, omnisciente, inmutable, sano y eterno. Además, la Biblia habla del amor, la gracia, la misericordia y otras características de Cristo en el mismo sentido en que atribuye a Dios dichas características.
(1) Cristo
Es Omnipotente:
Ayuda
Hermenéutica:
Todopoderoso: G3841 pantokrator = (παντοκράτωρ G3841) todopoderoso, o gobernante de todo (pas = todo; krateo = sostener, o tener fuerza). Se emplea solo de Dios. En las Epístolas se encuentra solo en 2 Cor. 6:18, donde el título es sugestivo en relación con el contexto. Aparte de este pasaje, solo se encuentra en Apocalipsis, nueve veces (1:8; 4:8; 11:17; 15:3; 16:7, 14; 19:6, 15; 21:22). (VINE).
Este término aparece en la LXX como traducción de «Jehová (o Dios) de los ejércitos», por ejem., Jr.5:14 y Am 4.13.
La
palabra omnipotente significa «todo poder».
Dios es omnipotente porque El todo lo puede. En el Nuevo Testamento la
expresión «el Todopoderoso» (ho pantokrator) se
usa únicamente con referencia a Dios. Es muy natural que así sea, pues
solamente Dios puede poseer ese atributo. En Apocalipsis 1:7–8 dice:
·
He aquí que
viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los
linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén. Yo soy el Alfa y la Omega, principio
y fin dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso. En su visión apocalíptica, el
apóstol Juan contempla a Jesús regresando a la tierra por segunda vez. El apóstol
identifica al Señor como:
1) El Alfa y la Omega, una figura que habla de Su grandeza (principio y fin),
2) El
Señor, señalando hacia Su soberanía;
3) El
que era y que ha de venir,
y
4) El Todopoderoso (ho pantokrator), es decir, Él tiene control sobre todas las cosas. Jesús tiene autoridad y soberanía sobre todo el universo (Ap. 4:8; Heb. 1:3; Col. 1:7).
Ayuda
Hermenéutica:
Poderosamente: G1411 δύναμις = dúnamis: de G1410; fuerza (literalmente o
figurativamente); específicamente poder milagroso (por lo general por
implicación un milagro en sí mismo): - eficacia,
fuerza, impetuoso, maravilla, milagro, capacidad, dar, poder, poderosamente,
potencia, potestad. (Strong).
(2)
Cristo Es Omnisciente:
Otro atributo de deidad que Cristo posee es el de omnisciencia, es decir, nada escapa a Su conocimiento. Colosenses 2:3 dice: En él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.
Ayuda
Hermenéutica:
Conocimiento: G1108
γνῶσις = gnosis: de G1097;
conocer (el acto) i. e. (por implicación) conocimiento: - sabiamente,
ciencia, conocimiento.
(Strong).
La mujer samaritana confesó:
Venid, ved a un
hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? (Jn. 4:29).
Jesús jamás había visto a la mujer samaritana hasta el día en que se encontró con ella junto al pozo de Jacob. Sin embargo, el Señor conocía la vida pecaminosa de aquella mujer. Este es un ejemplo singular de que Jesús poseía el atributo de la Omnisciencia. Esta verdad se hace evidente también en las palabras de Juan 2:25: «… y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre». Jesús sabía las dudas de Tomás (Jn. 20:24–28); sabía que Lázaro había muerto (Jn. 11) y conocía perfectamente los pensamientos secretos de Sus adversarios (Mt. 9:4). ¿Cómo podría cosa semejante ser posible si el Señor no fuera omnisciente?
(3)
Cristo Es Omnipresente:
Otro
atributo que, según la Biblia, Cristo posee es el de omnipresencia.
Cristo tiene el poder de estar en todas partes al mismo tiempo en la absoluta
intensidad de Su
Persona. En Juan 3:3, Jesús
declara:
“Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del Hombre que está en el cielo”.
El
Señor confiesa que Él está simultáneamente en la tierra y en el cielo. En Mateo
18:20, Cristo prometió a Sus
discípulos:
“Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”.
Aunque algunos prefieren interpretar esas palabras de Jesús en sentido figurado, diciendo que Jesús está presente en un aspecto espiritual. Dicen que Cristo está presente en la mente y en las oraciones de los discípulos, pero no en un sentido personal. Sin embargo, una interpretación normal o natural del referido texto señala que la presencia del Señor con los suyos es algo personal y real. De igual modo, Jesús prometió estar con los suyos «todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt. 28:20).
Ayuda
Hermenéutica:
Yo Existo: G1510 εἰμί =
eimí: primario pers. Singular presente indicativo; forma prolongada
de un verbo primario y defectivo verb; yo
existo (usado solo cuando es enfático):- ser. Véase también G1488, G1498, G1511, G2258,
G2071, G2070, G2075, G2076, G2771, G2468, G5600, G5607. (Strong).
(4)
Cristo Es Inmutable:
La
Biblia atribuye a Cristo la característica de inmutabilidad. Dios el Padre es
inmutable (Stg. 1:17). El no cambia en Su esencia, es decir, lo intrínseco de
Su ser permanece inalterable. Dios el Hijo también es inmutable. En Hebreos
1:10–12
dice:
“Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son
obra de tus manos. Ellos perecerán más Tú permaneces; y todos ellos se
envejecerán como una vestidura, y como un vestido los envolverás, y serán
mudados, pero tú eres el mismo, y tus años no acabarán”.
Ayuda Hermenéutica:
A. NOMBRE:
Nota: El
adjetivo ametathetos se traduce en
Heb. 6:18 como nombre: «inmutabilidad».
B. Adjetivos:
1. ametathetos = (ἀμετάθετος,
G276), adjetivo que significa inmutable (a, privativo; metatithemi,
cambiar). Se usa en Heb.6:18, donde las «dos cosas inmutables» son la
promesa y el juramento. En el v. 17 esta palabra se usa en forma neutra con el
artículo, como nombre, denotándose con ello «la
inmutabilidad»,
con referencia al consejo de Dios. Los ejemplos de los papiros muestran que se
usaba como término técnico en relación con testamentos. «La
connotación añade mucho al sentido de Heb.6:17 (y sig.)» (Moulton y Milligan).
2. aparabatos = (ἀπαράβατος, G531) se usa del sacerdocio de Cristo, en Heb.7:24 «inmutable», inalterable, inviolable; el significado más literal que se da en RVR77 y Besson, VM, así como en el margen de LBA: «intransmisible», «intransferible», debe mantenerse conjuntamente con el primero. El término incluye ambos sentidos.
El contexto de este pasaje gira alrededor de la Persona de Cristo. La superioridad del Hijo es presentada por el autor de la epístola. El Hijo es superior a los ángeles, porque Él es Dios (Heb. 1:7, 8). También es superior a la creación, porque Él es el Creador de todas las cosas (1:9, 10). La creación cambia y se envejece, pero el Hijo, siendo Dios, es inmutable. Su esencia jamás cambia.
La misma Epístola a los Hebreos 13:8, dice:
“Jesucristo es el mismo
ayer, y hoy, y por los siglos”.
Ayer: G5504 χθές = jdsés: de derivación incierta; «ayer»; por extensión
en tiempo pasado o antaño: - ayer. (Strong).
Hoy: G4594
σήμερον = sémeron:
neutro (como adverbio) de un presunto compuesto del artículo G3588 (τ cambiada a ς) y G2250; en el (i. e. este) día (o noche corriente o
que acaba de pasar); genitivamente ahora (i. e. al presente, ahora mismo): - hoy, día de hoy.
Siglos: G165
αἰών = aión: de lo
mismo que G104; propiamente edad, era; por extensión perpetuidad
(también pasada); por implicación el universo; específicamente período (judío)
mesiánico (presente o futuro): - tiempo antiguo, corriente de
este mundo, eternamente, eternidad, eterno, siempre, siglo, universo.
Compare G5550. (Strong).
Jesucristo Es El Mismo:
·
Ayer, y
·
Hoy, y
·
Por los siglos.
Sólo
Dios, quien es autosuficiente,
tiene la capacidad de ser el mismo ayer,
hoy y por los siglos. Si
Jesús no fuese Dios, sería una detestable blasfemia atribuirle la
característica de inmutabilidad.
(5)
Cristo Es Impecable:
Uno
de los aspectos de la vida de Jesús que más ha asombrado a los hombres ha sido
Su absoluta santidad e impecabilidad. La Biblia afirma repetidas veces que
Jesús es santo. En Hebreos 7:26–27, dice:
“Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo, porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo”.
El argumento del escritor sagrado es enfático. Los sacerdotes terrenales tenían que ofrecer sacrificios a favor de sí mismos antes de hacerlo por el pueblo. Jesús, siendo santo, inocente y sin mancha, pudo ofrecerse a sí mismo una vez por todas por los pecados de Su pueblo.
El Mismo Escritor Subraya La
Impecabilidad De Cristo, Diciendo:
·
Porque no tenemos
un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno
que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado (Heb.
4:15).
Del mismo modo el apóstol
Juan escribió: «Y sabéis que El [Cristo]
apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en El» (1 Jn.
3:5).
Durante
su ministerio terrenal, Jesús retó a los líderes religiosos de Israel,
diciéndoles: «¿Quién de vosotros me redarguye
de pecado?»
(Jn. 8:46). Aún los demonios reconocieron que Jesús era el «Santo de
Dios»
(Mr. 1:24).
El
apóstol Pablo afirma que «al que no conoció pecado, por
nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en
él»
(2 Cor. 5:21). Sólo un Cristo impecable podía ofrecerse a sí mismo como
expiación por hombres pecadores. Así como el cordero pascual tenía que ser
absolutamente santo y sin mancha (1 P. 1:18–20; 2: 22).
El apóstol Juan, refiriéndose a la visión del profeta Isaías (6:1–3), afirma que Aquel de quien los serafines hablaron, diciendo: «Santo, Santo, Santo, Jehová de los ejércitos», era nada menos que el propio Señor Jesucristo. Juan dice: «Isaías dijo esto cuando vio su gloria y habló acerca de Él» (Jn. 12:41). En resumen, el testimonio de las Escrituras es enfático. Cristo fue y sigue siendo impecable (Heb. 13:8). Su santidad es incuestionable. Tal característica es una demostración de que Jesús es una Persona divina.
(6)
Cristo Es Eterno:
Cristo
no comenzó Su existencia el día de Su nacimiento en Belén de Judea.36) Como
la segunda persona de la
Trinidad, Jesucristo ya era desde la eternidad. El profeta Miqueas, al
hablar de la venida del Mesías al mundo, dice:
· Pero tú Belén
Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti saldrá el que será
Señor en Israel, y sus salidas son desde el principio, desde los días de la
eternidad (Miq.
5:2).
El
profeta Miqueas enfatiza el hecho de que el Mesías que nacería de la tribu de
Judá, no sólo sería el Señor de Israel sino alguien que existe desde el
principio, es decir, desde la eternidad. Esa profecía de Miqueas fue citada por
los escribas, cuando Herodes les preguntó dónde nacería el Cristo (Mt. 2:4–6).
Durante
una discusión con los judíos, Jesús mismo hizo una de las declaraciones más
enfáticas tocante a la deidad.37)
La afirmación hecha por Jesús se relaciona con el carácter eterno
de Su persona. La discusión entre Jesús y los judíos (Jn. 8:21–59) giraba
alrededor de la pregunta: «¿Quién es Jesús?»
(8:25). Los judíos rehusaban creer en el Señor, afirmando que por ser hijos de
Abraham serían bendecidos de todas maneras (8:33). Jesús les responde
que en realidad son hijos del diablo (8:44) y que morirán en sus pecados si no
creen en El (8:45). Fue a raíz de esa discusión que Jesús dijo a los judíos: «De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy» (Jn.
8:58).
Los
judíos reclamaban que Abraham era el padre espiritual, así como el progenitor de la nación judía.
Jesús les señala que «Abraham se gozó de que había de
ver mi día; y lo vio, y se gozó»
(Jn. 8:56). Al escuchar esas palabras, los judíos se asombraron de que Jesús
pudiese haber visto a Abraham ya que, según ellos, Jesús aún no tenía 50 años
(8:57). Fue ahí donde Jesús afirma Su carácter eterno, usando una frase que
sólo corresponde a Dios. El Señor no indica meramente que Su existencia
precedía a la de Abraham, sino que Él tiene existencia eterna en el mismo
sentido en que Dios la tiene.
Cristo afirmó «Antes
que Abraham naciese, Yo Soy» (v. 58). «Yo
Soy» era el nombre
del Dios auto existente quien se había
revelado a Moisés en la zarza ardiente (Éx. 3:14). Jesucristo afirmaba ser
el «Yo
Soy», el Dios auto‐existente. Cristo estaba
afirmando Su eternidad. Para los judíos tal cosa era una blasfemia.38)
“Jesús
les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes
que Abraham fuese, yo soy”. (Juan 8:58).
Ayuda Hermenéutica:
Yo: G1473 ἐγώ = egó: pronombre primario de la primario
pers. Yo (solo expresado con énfasis):
- mí, mío. Para los otros casos y el
plural véase G1691,G1698,G1700, G2248, G2249, G2254, G2257, etc.
Yo Existo: G1510 εἰμί = eimí: primario pers. Singular presente indicativo; forma prolongada
de un verbo primario y defectivo verb; yo existo (usado solo cuando es
enfático):- ser. Véase también G1488,
G1498, G1511, G2258, G2071, G2070, G2075, G2076, G2771, G2468, G5600, G5607.
(Strong).
“Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así
dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros”. (Éx. 3:14):
Ayuda Hermenéutica:
SOY: H1961 הָיָה = jayá: raíz primaria [Compárese con H1933]; existir, i. e. ser o llegar a ser, tener lugar (siempre enfático, y no meramente cópula o auxiliar):- acontecer, andar, bendición, caer, carecer, casar, causa, cobrar, cometer, conducir, conseguir, constituir, continuar, convertir, cumplir, dar, dejar, detener, disponer, echar, emisión, esperar, existir, extender, formar, ganar, hablar, hacer, hallar, ir, levantar, librar, llegar, llevar, obtener, ocurrir, orden, permanecer, quebrantar, quedar, recibir, requerir, seguir, ser, servir, suceder, tener, tomar, venir, volver. (Strong).
El apóstol Pablo escribió en Colosenses 1:17 que «Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en El subsisten». El apóstol Juan, en el prólogo de su evangelio, afirma que el Verbo (Cristo) era en el principio con Dios (Jn. 1:2). Cristo hizo referencia a la gloria que tuvo con el Padre antes de que el mundo fuese (Jn. 17:5). El profeta Isaías, escribiendo tocante a la venida del Mesías, dice que «un niño nos es nacido, Hijo nos es dado» (Is. 9:6). El niño nace, pero el Hijo es dado. El Hijo existía con el Padre antes de Su venida al mundo. Es por eso que Pablo dice que, «cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo…» (Gál. 4:4). El Hijo existía desde la eternidad.
Resumiendo,
la Palabra de Dios enseña que Cristo es el legítimo poseedor de todos los
atributos de la deidad. Todas las características propias de Dios se encuentran
presentes en Jesucristo. Tal cosa es posible debido a que Jesucristo es una Persona divina.
Él es Dios manifestado en la carne, quien llevó sobre sí la culpa del pecado
humano.
V. CRISTO POSEE PRERROGATIVAS QUE SOLO PERTENECEN
A DIOS:
La Biblia no sólo otorga a Cristo los atributos de la deidad, sino que también le concede prerrogativas que son exclusivas de Dios. Se mencionarán únicamente las más sobresalientes por falta de espacio.
(1)
Cristo Tiene Autoridad Para
Perdonar Pecados:
La Biblia enseña que Jesús tiene autoridad para perdonar pecados. En el capítulo 2 del Evangelio según San Marcos, se relata que Jesús sanó a un paralítico. Antes de efectuar la sanidad, Cristo dijo al enfermo:
· “Hijo, tus pecados te son perdonados”. (Mr. 2:5).
Los judíos presentes se
asombraron al oír aquella declaración, y dijeron:
·
¿Por qué habla este hombre así?
Blasfemias dice.
·
¿Quién puede perdonar
pecados, sino sólo Dios?
(Mr.
2:7).
Los
judíos reconocieron que Jesús estaba ejerciendo una prerrogativa que sólo
corresponde a Dios. En Marcos 2:10, Jesús
declara que El posee esa autoridad:
Ø Pues
para que sepáis que el Hijo
del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados… Si sólo Dios tiene autoridad para
perdonar pecados y Jesús afirma poseer esa autoridad, puede decirse o que Él es
Dios, o como creían los judíos, estaba blasfemando. Lo cierto es que Jesús
estaba haciendo algo propio de Su persona divina.
(2) Cristo
Es Adorado Como Dios:
Todo
estudioso de las Escrituras sabe que Dios exige que se le adore sólo a Él.
Adorar a cualquier otro ser o cosa constituye una idolatría (Éx. 20:3–6; Dt.
6:13–15). Jesús reconoció esa verdad durante Su vida terrenal. Recuérdese que,
cuando fue tentado por Satanás, Cristo
respondió: «… Escrito está: «Al Señor tu Dios adorarás y a Él
sólo servirás»
(Mt. 4:10). De modo que habría sido deshonesto que Jesús hubiese aceptado la
adoración de los hombres a menos que El fuese Dios y, por lo tanto, merecedor
de esa adoración.
Lo
cierto es que Jesús aceptó el ser adorado como solamente Dios debe ser adorado.
Los sabios del Oriente, cuando vinieron a ver al rey que había nacido «postrándose lo adoraron» (Mt. 2:11). Los discípulos que estaban a
punto de perecer en el mar de Galilea y fueron rescatados por el Señor «… vinieron
y le adoraron, diciendo:
«Verdaderamente
eres Hijo de Dios»
(Mt. 14:33). El ciego de nacimiento a quien Jesús sanó, también se postró y
adoró al Señor (Jn. 9:38). Las mujeres a las que Jesús se manifestó después
de Su resurrección, «… abrazaron sus pies y le adoraron» (Mt.
28:9). Antes
de Su ascensión a la gloria, Jesús se reunió con Sus discípulos en el monte de
los Olivos y ellos le adoraron (Lc. 24:52).
Es
importante notar que en ninguna de las ocasiones mencionadas hubo protesta
alguna por parte de Jesús. Aquel que había venido a cumplir la ley hubiese
violado el primer mandamiento del decálogo de haber sido un simple hombre. La
realidad es que Cristo aceptó el ser adorado porque, como Dios, Él es digno de
tal honor.
La escena que aparece en el
libro del Apocalipsis no puede ser más elocuente:
· El Cordero que fue
inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza,
la honra, la gloria y la alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y
sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en
ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la
honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos (Ap.
5:12–13).
El cuadro que se presenta en el Apocalipsis es muy singular. El Dios Padre (sentado en el trono) y Dios el Hijo (el Cordero) reciben la misma adoración y alabanza (véase Jn. 5:23).
(3)
Cristo Es El Creador y
Sustentador De Todas Las Cosas:
La
Biblia dice que: «En el principio creó Dios los
cielos y la tierra»
(Gn. 1:1). De modo que, para el estudiante de las Escrituras, el
universo es el resultado del poder creador de Dios. En Juan 1:3, esa obra es
atribuida al Verbo, es decir, a Jesucristo:
«Todas
las cosas por él fueron hechas, y sin El nada de lo que ha sido hecho fue hecho». El Verbo es el Creador,
de otro modo se cae‐ría
en el absurdo de pensar que el Verbo se creó a sí mismo.
También, en Colosenses 1:17, dice: «Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten». Cristo no es tan sólo el Creador, sino también el sus‐tentador de todas las cosas. «El sustenta todas las cosas con la palabra de su poder» (Heb. 1:3). Cristo es el sustentador por cuanto as el preservador de todo lo que El mismo creó.39)
Resumen:
La
evidencia bíblica no deja lugar a duda tocante a la naturaleza de la Persona de
Jesucristo. Los
títulos usados referentes a Su Persona, los atributos que demostró tener,
las prerrogativas de
las que hizo uso durante Su ministerio terrenal dejan de manifiesto que Cristo
fue más que un simple hombre. Si se acepta el testimonio
de los evangelios, debe aceptarse también que Jesús, por las cosas que hizo y
por las que dijo, demostró que era Dios manifestado en la carne. Tómese como ejemplo el
testimonio que aparece en el Evangelio según Mateo referente a los poderes
divinos ejercidos por Cristo:
1. Poder sobre las fuerzas de la naturaleza (Mt.
14:26–29; 15:34–36; 21:19).
2.
Poder sobre las
fuerzas del mal (Mt. 8:32; 12:28).
3. Poder sobre las fuerzas del cielo (Mt.
13:41).
4.
Poder para sanar a
los enfermos (Mt. 4:23; 8:3, 7).
5.
Poder para resucitar
a los muertos (Mt. 9:25; 20:19; 26:61).
6. Poder para juzgar a la humanidad (Mt.
7:21; 12:31–32; 13:30; 23:2–8).
7.
Poder para perdonar
pecados (Mt. 9:2).
8. Poder para condenar y dictar
sentencia sobre los pecadores no arrepentidos (Mt.
23:13–16, 27).
9. Poder para dar galardones cuando venga otra vez a la tierra
(Mt. 5:11–12; 10:42; 13:43; 19:29; 25:34–36).
10. Poder para dar poder
(Mt. 10:1, 8; 28:20).
11. Poder para proveer completo y
perfecto acceso al Padre (Mt. 11:27).
12. Poseedor de todo poder (Mt. 28:18).
Al
leer estos pasajes, es inevitable reconocer con el apóstol Juan que: «Este es el verdadero Dios y la
vida eterna»
(1 Jn. 5:20). Jesús se auto identificó como la vida (Jn. 11:25;
14:6). Afirmó, además, tener la autoridad para dar vida eterna a otros (Jn.
10:28) y ser el único camino de acceso al Padre (Jn. 14:6).
También,
Jesús afirmó tener autoridad para resucitar a los muertos en el día postrero
(Jn. 6:40). Todas estas prerrogativas y poderes sólo pueden ser ejercidos por
alguien que sea Dios.
___________
Nota y Bibliografía:
1) Una evidencia de esa actitud se refleja en la
obra editada por el inglés John Hick, con-juntamente con seis teólogos más. En
esta obra, titulada The Myth of God Incarnate (El mito del Dios encarnado),
los autores abiertamente niegan la deidad de Cristo. Es más, Hick y sus
colegas, como el título de su obra lo indica, consideran que la enseñanza de la
encarnación es totalmente mitológica.
2) El profesor Klaas Runia, del Seminario de
las Iglesias Reformadas de Holanda, ha señalado la correlación entre la nueva
cristología y la bibliología. Runia afirma: «El corazón del asunto es que los
que abogan a favor de esa nueva cristología sostienen un punto de vista
diferente tocante a las Escrituras.» Véase
Klaas Runia «A «New» Christology Challenges the Church», Christianity Today,
4 enero 1974, pp. 4–8.
3) Esa es la actitud que ha prevalecido
desde que D.F. Strauss escribió su obra Das Leben Jesu (La Vida de Jesús) entre
los años 1835–1836. La obra de Rudolf Bultmann (Jesus and the Word; Christ
and Mythology y los dos tomos de Theology of the New Testa-ment)
durante la primera mitad del siglo XX ha sido usada por muchos para
desacreditar el testimonio del Nuevo Testamento.
4) Véanse los artículos de
Walter L. Liefeld, «The Hellenistic «Divine Man» and the Figure of Jesus in the
Gospels», The Journal of the Evangelical Society, otoño 1973, pp.
195–205 y John Bowker, «The Son of Man», Journal of Theological Studies,
abril, 1977, pp. 19–48. Otro trabajo que debe leerse es el de Evaristo Pinto,
sacerdote de la Archidiócesis de Karachi, Pakistán, titulado «Jesus as the Son
of God in the Gospels», Biblical Theological Bulletin, otoño 1974, pp.
75–93.
5) Véase S. Lewis Johnson,
«The Jesus that Paul Preached», Bibliotheca Sacra, abril, 1971, pp.
120–134; Carl E. Braaten, «Who do we say that He is: On the Uniqueness and
Universality of Jesus Christ», Occasional Bulletin, enero, 1980, pp.
2–7; Jim Packer, «The Vital Question», Themelios, abril, 1979, pp. 84–87.
6) John
A. Witmer, bibliotecario del Seminario Teológico de Dallas, en un artículo
titula-do «Did Jesus Claim to be God?» («¿Afirmó Jesús que era Dios?») señala
lo siguiente: «Los liberales
rechazan la inspiración plenaria y verbal de las Escrituras y el concepto
ortodoxo de la dualidad de autor. Aunque pueden tener algún concepto de la
inspiración divina, para los liberales las Escrituras son básicamente escritos
humanos que se desarrollaron a lo largo del tiempo hasta llegar a su forma
presente. Como resultado, las Escrituras reflejan las creencias religiosas de
aquellos que transmitieron las historias oral-mente a los que las escribieron,
entremezclándolas con hechos históricos.» Véase Bibliotheca Sacra,
abril, 1968, p. 150.
7)
Véase la obra de Hans Kung, Ser cristiano.
8) Esa es precisamente la crítica hecha a Hans
Kung por Battista Mondin: «De modo que en la cristología de Kung Jesús no puede
ser ni Dios ni el representante de Dios, sino exclusivamente un hombre. ¿Cómo
se explica entonces el origen de la cristología? ¿Qué motivo es tan urgente y
necesario para confiarse uno mismo enteramente a Cristo si se desea ser salvo?»
Lo que Mondin quiere decir sencillamente es que, si Jesús no es Dios, no puede
salvar a nadie. Véase «The
Christological Experiment of Hans Kung», Biblical Theological Bulletin,
abril, 1977, p. 88.
9) Véase Donald Guthrie, New Testament
Theology, pp. 319–320. G.E. Ladd expresa que «Jesús
es el Hijo de Dios porque es Dios y participa de la naturaleza divina», véase A
Theology of the New Testament, p. 161.
10) Véase Geza Vermes, Jesus the Jew: A
Historian Reading of the Gospels, pp. 192–222. Véase también J. Howard
Marshall, The Origins of New Testament Christology, pp. 111–125.
11) William F. Arndt y F. Wilbur Gingrich, A
Greek-English Lexicon of the New Testament, p. 529.
12) Véase
Kenneth S. Wuest, «The Deity of Jesus in the Greek Texts of John and Paul», Bibliotheca
Sacra, julio, 1962, pp. 219–220.
13) Ibíd., pp. 225–226.
14) Geza
Vermes, Jesus the Jew, pp. 192–193.
15) I.
Howard Marshall, op. cit., p. 111.
16) Ibid.
Un punto de vista contrario al de la crítica liberal es resumido magistralmente
por George E. Ladd en su excelente obra A Theology of the New Testament,
pp. 246–251.
17) Evaristo Pinto, «Jesus as Son of
God in the Gospels», Biblical Theological Bulletin, otoño, 1974, p. 93.
18) Una
bibliografía bastante completa tocante al título «El Hijo del Hombre» aparece
en la obra de George Eldon Ladd, A Theology of the New Testament, pp.
145–158.
19) I.
Howard Marshall, op. cit., pp. 63–64.
20) Geza Vermes, op. cit., pp. 63–64.
21) Véase I. Howard Marshal, op. cit., p.
65.
22) Algunos teólogos radicales sostienen que todas
las referencias donde aparece la frase «el Hijo del Hombre» eran desconocidas a
Cristo. Es decir, Jesús nunca hizo uso de dicha expresión. Esa es la opinión de
H. Conzelmann. Véase G. Vermes, op.
cit., p. 177.
23) Véase
George E. Ladd, op. cit., p. 152, y I. Howard Marshall, op. cit.,
p. 69. Marshall, en particular, hace referencia a P. Vielhauer y a N.
Perrin quienes sostienen que el uso de la frase «el Hijo del Hombre» fue una
designación completamente fabricada por la iglesia primitiva.
24) G. Vermes, op. cit., pp. 162–178.
25) Ibíd., p. 178.
26) Algunos opinan que Hebreos 2:6 es otra
excepción.
27)
George E. Ladd, op. cit., pp.
149–151.
28) G. Vermes, op. cit., pp. 177–178.
29) Véase la interpretación de Vermes en ibíd.,
p. 180.
30) Richard
C. H. Lenski, Matthew’s Gospel, pp. 464–465.
31)
Véase I. Howard Marshall, op. cit., p. 71.
32) Ibíd., p. 77.
33) El
sustantivo «Dios» (ho theos)
va precedido del artículo definido. De modo que, literalmente, dice: «El Dios con nosotros».
34) Véase
Gerhard Kittel (ed.), Theological Dictionary of the New Testament, vol.
IV, pp. 742–752; G. Braumann, «Form, Substance», The New International
Dictionary of New Testament Theology, vol. 1, pp. 703–708.
35) Entre
los pasajes del Nuevo Testamento donde específicamente Jesucristo es designa-do
como Dios, véase: Jn. 1:1; Tít. 2:13; 1.a Tim. 3:16; Heb. 1:8; 1.a Jn. 5:20 y
Jn. 20:28.
36) J.
Dwight Pentecost, The Words and Works of Jesus Christ, p. 28.
37) John A. Witmer, «Did Jesus Claim to be God?»,
p. 152.
38) J. Dwight
Pentecost, op. cit., p. 288.
39) S.
Lewis Johnson, «Christ Pre-eminent», Bibliotheca Sacra, enero, 1962, p.
16.
-
Evis L. Carballosa, y Otros. La Deidad
de Cristo. 1982 edit. Portavoz.
- e-Sword- the La
Espada de Dios.
-
Biblia de Estudio RYREI.
- Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 8//10//2023. MISIÓN
BAUTISTA: “Emanuel”. Ciudadela de
Noé. Los Cardos Mz.E - Lt.18. III Etapa.
Cerca del Hospital Regional II. Cel.
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Shaddai”.
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