Parte I LOS JUICIOS EN APOCALIPSIS: (Sellos; Trompetas; Copas)
Parte I
LOS JUICIOS EN
APOCALIPSIS:
(Sellos;
Trompetas; Copas)
(Ap. 6:1-8:6; 8:7-9:21; 15:1-16:21)
Pastor: Carlos
Ramírez Jiménez:
Ejercicio
del entendimiento en virtud del cual se puede discernir la realidad, inclusive
el bien y el mal, y así formar una opinión en cuanto a la naturaleza real de
alguna cosa o hecho, o el verdadero carácter moral de alguna persona. Por lo
general, cuando la Biblia habla de juicio,
se da por sentado que el juez es Dios.
El juicio de Dios
es, desde luego, infalible. Él juzga al mundo en dos dimensiones:
· La histórica y
· La escatológica.
Caerán
todavía sobre la tierra en el futuro, como se muestra en Apocalipsis:
1) Guerra, muerte por
espada, sea de parte de un enemigo exterior, o en guerra civil.
2) Hambre, que
puede provenir de escasez en la tierra o de un asedio.
3) Plagas de animales, que pueden incluir las
devastaciones de langostas, debido a que asolan la tierra, destruyendo sus
frutos.
4) Pestilencia, que a menudo ha provocado la muerte en grandes proporciones de las poblaciones (Ez. 14:13-21).
Aparte de
éstos, se dan conflagraciones en diversas partes de la tierra: terremotos, erupciones,
ciclones, avalanchas, inundaciones, heladas, naufragios, maremotos, etc., que
se suceden con frecuencia.
Todo
ello tiene lugar en los juicios providenciales de Dios, y mediante ellos Él se
hace oír de continuo, manifestando su poder (comp. Job 37:13). Pero, además de
este gobierno providencial, hay a menudo juicios directos, y por ello el profeta dijo: «luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del
mundo aprenden justicia» (Is. 26:9).
Sin
embargo, tales juicios son muy frecuentemente considerados como fenómenos
naturales, meros accidentes o calamidades, sin reconocimiento alguno de Dios, y
son pronto olvidados. Debieran servir para advertir a los hombres; así como a
menudo caen lluvias ligeras antes de una tormenta, estos frecuentes juicios son
sólo los heraldos de la gran tormenta de la ira de Dios que ciertamente caerá
sobre este mundo culpable cuando se derramen las copas
de su indignación (comp. Ap. 6-21). Todo juicio, esto es, el acto de juzgar (gr. «krisis»)1),
sea de muertos o de vivos, ha sido dado al Señor Jesús.
Con cada sello que se abre se
registra una visión (6:1–17; 8:1). Esto nos
lleva a las siete trompetas, con una visión
cada vez que se hace sonar una de ellas (8:2–9:21; 11:15–19). Entre el sexto y
el séptimo sellos
hay un interludio (7:1–17), y otro entre la sexta y la séptima trompeta (10:1–11:14).
Luego se relatan nuevamente las últimas siete plagas. Juan ve siete ángeles con copas, y a medida que cada uno de ellos vierte su copa sobre la tierra se desencadena una de las plagas (15:1–16:21), veamos:
I. LOS SIETE SELLOS. Ap. 6:1-8:5:
Comienza aquí una nueva secuencia, en que, tras de las alabanzas que la creación entera ha tributado a Dios y al Cordero, empieza la acción. En este capítulo tenemos la apertura de los sellos hasta el sexto inclusive, veamos.
1.1. La Apertura De Los Seis Sellos (Cap. 6):
a. El Primer sello: guerra fría. 6:1-2.
Aquí
comienza la primera de tres series de juicios en el libro (los sellos, cap. 6; las trompetas,
caps. 8-9; las
copas, cap. 16). Algunos ven la serie posterior como una recapitulación
de las anteriores. Pero es más probable que las tres series sean consecutivas y
que sucedan una detrás de la otra.
Cuando el Cordero abrió el primer sello, uno de los cuatro seres vivientes gritó: Ven y mira. (vv. 1-2). Como respuesta, un jinete, posiblemente el Anticristo, portando un arco, salió en un caballo blanco, … venciendo y lanzado a la conquista. Esto puede representar lo que es conocido actualmente como la guerra fría. El arco implica una amenaza de guerra, pero no hay mención de flecha.
NOTA: El que lo montaba. Probablemente, una referencia al anticristo (véase nota en 1 Jn. 2:182)). Su método de conquista no parece incluir la guerra abierta, ya que la paz no se retira de la tierra hasta que se abre el segundo sello (v. 3). Esto corresponde a la situación engañosa descrita en 1 Ts. 5:3.
Quizá haya incluso la sugerencia de guerra de misiles [esto es ahora las armas de largo alcance los misiles intercontinentales con cabeza nuclear…], porque el arco es un arma de combate distante. Este jinete no causa la guerra real; no es hasta el segundo sello que la paz es quitada de la tierra.
Aclarando
Este Versículo 2:
1. Vemos, pues, que el primer ser viviente (el león) presenta un caballo y un jinete. En los cuatro primeros sellos, cada uno de los seres vivientes presentan igualmente un caballo y un jinete.
2. El caballo es, en la Biblia, símbolo de fuerza, terror, guerra y conquista (v. Job 39:1925; Is. 30:16; 31:1; Ap. 9:7; 14:20; 19:11).
3. El hecho de que
Jesucristo aparezca en Ap. 19:11
montado también en un caballo blanco, llevó
a muchos escritores eclesiásticos de los primeros siglos de la Iglesia a pensar
que también en 6:2 se trata de Jesucristo y del Evangelio,
cuya predicación encendería la persecución llevada a cabo por el jinete que
monta el caballo rojo, color de sangre.
También
algunos autores modernos, W. Hendriksen y M. Lloyd-Jones entre ellos, defienden
esta misma opinión, pero sus argumentos no tienen consistencia alguna. No cabe
ninguna duda de que el jinete de este caballo blanco es el Anticristo:
a) En primer lugar, es falso que el color blanco sea siempre símbolo de santidad, como puede
verse por Zacarías 1:8 y ss.; 6:1 y ss. Es suficiente con que sea símbolo de victoria festiva, conseguida muchas veces
astuta y diabólicamente, sin derramamiento de sangre. Los lugares invocados por
Hendriksen para deducir que “victoria y conquista” son siempre atributos de
Cristo en el Nuevo Testamento y, especialmente, en el Apocalipsis, están en un
contexto completamente diferente. Salmo 45:3-5; Isaías 41:2 y Habacuc 3:8, 9
están dentro de un contexto que cuadra con Apocalipsis 19:11, pero no con 6:2.
b) También es falso que este versículo describa “lo que sigue a la
primera Venida de Cristo” (Hendriksen, ob. Cit., pág. 97, nota). El
argumento decisivo contra Hendriksen, en este punto, es que, en Apocalipsis 6,
el primer jinete forma parte integral
con los otros tres restantes. Todos ellos simbolizan plagas y castigos, de los
cuales queda al margen Cristo.
c) Las apariencias engañan. Es cierto que Cristo tiene
corona de rey, que es vencedor y que también monta, como ya dijimos, un caballo
blanco. Pero el color blanco es aquí solamente la cobertura de una paz fingida,
pues representa el pacto con el pueblo judío,
profetizado en Daniel 9:27, que el Anticristo quebrantará a la mitad de la
última semana. La victoria festiva que el blanco representa también aquí es la que,
según 13:7, va a conseguir el Anticristo contra los santos.
4. El versículo 2b describe también al jinete como “teniendo un arco”
(lit.). El arco está destinado aquí a impresionar con el recuerdo de los
invasores partos, cuya arma específica era el arco. Estos invasores eran, en
los años en que Juan escribía, el azote más sangriento contra el Imperio
Romano. En cambio, Jesucristo, el jinete que monta el caballo blanco de 19:11,
no lleva arco, sino una espada grande (gr. rhomphaía,
el mismo vocablo de 1:16; 2:12, 16; 19:15, 21) que sale de su boca.
5. Finalmente, se nos dice que “le fue dada una corona” (gr. stéphanos, como en 2:10; 3:11; 4:4, 10).
NOTASE:
Ø Que, desde este
versículo hasta el final del Apocalipsis, se repite, no menos de 23 veces, el
aoristo pasivo del verbo dídomi
= dar;
Ø 21 veces en
singular (gr. edóthe); y
Ø 2 veces en plural
(gr. edóthsan).
Esto significa que
todo, lo bueno y lo malo,
está controlado y dirigido por Dios en el Día de Jehová, de tal forma que a su voluntad
se atribuye todo lo que sucede:
· Lo bueno, porque procede de su mano;
· Lo malo, porque ÉL lo permite y controla
para el cumplimiento de sus santos y secretos designios.
Ayuda Hermenéutica:
G4735 στέφανος = stéfanos: de un aparentemente primario στέφω = stéfo (entretejer o
trenzar); guirnalda, (como etiqueta de realeza, premio en los juegos públicos o
símbolo de honor general; pero más conspicuo y elaborado que la simple corona, G1238), literalmente o figurativamente: - corona. (Strong).
b. El Segundo sello: guerra abierta. 6:3-4.
El
segundo ser viviente llamó al siguiente jinete para que saliese. Éste llevaba una
gran espada, y cabalgaba en un caballo de color rojo.
Una espada se usa en combate cuerpo a cuerpo. Así, el segundo sello contempla
ejércitos invasores en una feroz guerra cuerpo a cuerpo. El segundo jinete
emprende quitar de la tierra la paz.
c. El Tercer sello: hambre. 6:5-6.
Obediente
a tercer ser viviente, un jinete que sostenía una balanza salió cabalgando en
un caballo negro. Éste representa el hambre, que a menudo sigue a la guerra.
Una voz de en medio de los cuatro seres vivientes anunció que el trigo y la cebada
se estaban vendiendo a precios prohibitivos.
Las
balanzas se estaban empleando para pesar el grano racionado y eran por ello
símbolo de hambre. La expresión no dañes el aceite ni el vino es difícil.
Algunos dicen que estos eran el alimento de los pobres. Si eran artículos
básicos de alimentación, entonces deberían ser protegidos para preservar la
vida.
Pero
parece más probable que lo que se esté contemplando aquí son los artículos de
lujo de los ricos. Históricamente, incluso en medio de periodos de hambre, los
ricos pueden conseguir algunos lujos.
un denario. (v. 6). Una
moneda romana de plata, con un poder adquisitivo de unos 9.5 litros de trigo o
28.5 litros de cebada. 0.95 litros de trigo era la ración diaria de un soldado.
Así, un salario diario sólo alcanza para comprar comida para una persona, la
cual tendrá que compartir con su familia.
d. El Cuarto sello: muerte. 6:7-8.
El
cuarto ser viviente llamó a un caballo verdoso cuyo jinete era la Muerte, seguida
por el Hades. La Muerte está asociada con el cuerpo, y el Hades con el espíritu
y el alma. Por medio de la guerra, hambre y pestilencia y las fieras de la
tierra, muere la cuarta parte de la tierra.
Podríamos
pensar que las pestilencias han dejado de ser una amenaza gracias a los
modernos antibióticos y a los fármacos maravillosos. Pero las grandes
enfermedades mortales no han sido vencidas; sencillamente, están dormidas.
Pueden
extenderse por todo el mundo con tanta rapidez como los aviones a reacción las puedan
transportar.
NOTA: V. 8. amarillo = enfermizo, de un amarillo
verdoso. Probablemente representa el resultado inevitable de la
epidemia que acompaña a la guerra y al hambre. La muerte reclama los
cuerpos y el Hades las almas y los
espíritus de un cuarto de la población mundial en ese solo juicio (comp. 9:18).
e. El Quinto sello:
martirio. 6:9-11.
Ahora
se nos presentan los primeros mártires del Periodo de la Tribulación (Mt. 24:9),
judíos creyentes que salen a predicar el evangelio del reino y que son muertos
por su testimonio. (v. 9). Sus almas están debajo del altar del cielo.
NOTA: v. 9. las almas de los que
habían muerto. Evidentemente, los mártires de los primeros meses
del período de la tribulación.
Claman
al soberano Señor para que vengue su sangre. (v. 10). Como ya se ha mencionado,
el término los que moran en la tierra se refiere a los incrédulos que contemplan
la tierra como su hogar.
NOTA: V. 10. Observe que estos mártires están vivos y
conversan con el Señor en su presencia.
A
los mártires se les da vestiduras blancas como símbolo de su rectitud. (v. 11).
Se les manda que esperen hasta que quede completado el número de los mártires
de la tribulación.
NOTA: V. 11. que descansen
todavía un poco de tiempo. I, es, que esperasen un poco. Es
difícil para estos mártires entender por qué permite Dios que sus asesinos sigan
con vida; Dios les pide que confíen en ÉL.
e. El Sexto sello: disturbio físico. 6:12-17.
La
apertura del sexto sello produjo enormes convulsiones de la naturaleza. (vv.12-13).
NOTA. V. 12. Estos disturbios cósmicos están
predichos en otros lugares de las Escrituras (Is. 34:4; Joel 2:30-31; M.
24:29).
Un gran terremoto sacudió la tierra y el mar, y los estrellados cielos fueron perturbados fuera de todo orden. El sol se oscureció y la luna se volvió como sangre. Cayeron estrellas… sobre la tierra como higos maduros cuando la higuera es sacudida con violencia.
El
cielo desapareció como una lámina de pergamino que se enrolla; y todo monte y toda
isla fueron desplazados de sus lugares por tremendas convulsiones. (v. 14).
No
es sorprendente que todas las clases de la sociedad se viesen sobrecogidas por el
pánico. (v. 15). Reconociendo que Dios estaba derramando Su ira sobre ellos, se
escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes.
Preferían
ser aplastados por los montes y… las piedras que caían que soportar el juicio
de Dios y la ira del Cordero. (vv. 16-17).
NOTA: V. 16. Cuando venga la tribulación, los hombres
actuaran como si creyesen que el fin del mundo está cerca, no sólo hablarán
como si así fuera.
Se dieron cuenta demasiado tarde de que ningún rebelde podrá sostenerse en pie ante la indignación del Cordero.
1.2. Interludio: Los Redimidos De La Tribulación.
Ap. 7:1-17:
a. Los 144,000
judíos. 7:1-8.
El
capítulo 7 se interpone entre los sellos sexto y séptimo y nos introduce a dos importantes
grupos de creyentes. Este capítulo responde a la pregunta al final del capítulo
6: «¿Quién podrá
sostenerse en pie?». Los que son descritos en este capítulo podrán sostenerse
en pie en el sentido de que serán preservados para entrar en el Milenio con Cristo.
La visión de cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra y que detienen los cuatro vientos significa que se avecina una gran tempestad sobre la tierra. (vv. 1-4). Sin embargo, se ordena a los ángeles que detengan esta terrible destrucción hasta que los siervos de nuestro Dios hayan sido sellado(s) en sus frentes. Luego son sellados doce mil de cada una de las doce tribus de los hijos de Israel.
Los
ciento cuarenta y cuatro mil son evidentemente creyentes judíos, no miembros de
alguna secta gentil del siglo veinte. (vv. 5-8). Esos santos judíos son
salvados durante la primera parte de la Tribulación. El sello sobre sus frentes los
identifica como pertenecientes a Dios y garantiza que serán preservados con
vida durante los siete años siguientes.
Dos tribus están ausentes de la lista: Efraín y Dan. Quizá sean omitidas porque fueron líderes en la idolatría. Algunos piensan que el Anticristo provendrá de Dan (Gn. 49:17). Las tribus de José y Leví se incluyen en la lista, en la que José, indudablemente, toma el puesto de su hijo Efraín.
b. La multitud de
los gentiles. 7:9-17.
La
gente descrita en esta sección es gentil de todas naciones, tribus, pueblos y lenguas.
(v. 9). Aparecen delante del trono y en la presencia del Cordero, cubiertos de
ropas blancas (las
acciones justas de los santos, 19:8) y sosteniendo palmas, que son
un símbolo de victoria.
Esos son gentiles que serán salvados durante la Gran Tribulación por haber confiado en el Señor Jesús. (V. 19). En su cántico, celebran su salvación y la atribuyen a su Dios… y al Cordero.
Los ángeles… y… los ancianos y… los cuatro seres vivientes se unen en adorar a Dios, aunque el tema de la redención está ausente de su alabanza. (vv. 11-12). Como dijo el escritor del himno: «Los ángeles nunca sienten el gozo que nuestra salvación nos da». Pero ellos proclaman Sus alabanzas y que es digno de siete formas distintas de honor.
Cuando uno de los ancianos preguntó a Juan quiénes eran y de dónde habían venido aquellos que estaban cubiertos de ropas blancas, Juan confesó su desconocimiento y deseo de saberlo. (vv. 13-14). Luego el anciano le explicó que habían venido procedentes de gran tribulación, y que habían lavado sus ropas, y las habían emblanquecido en la sangre del Cordero. «Cuando nos encontramos frente a frente con un inexplicable misterio», escribe F. B. Meyer, «cuán consolador poder decir, con perfecta fe: Tú lo sabes».
El
anciano procedió seguidamente a explicar su actual situación y servicio. (v. 15). Los estudiosos
de la Biblia no están de acuerdo entre sí sobre si esta multitud gentil es
vista en el cielo o en la tierra milenial.
Las
bendiciones descritas son ciertas de ambos lugares. Si lo que está a la vista
es el Milenio, entonces el trono de Dios y su santuario se refieren al templo
que estará situado en Jerusalén durante la Edad del Reino (Ez. 40–44).
Observemos
las bendiciones que se describen:
· Una perfecta proximidad: Por eso están delante
del trono de Dios.
· Un perfecto servicio: y le sirven día y noche
en su santuario.
· Una perfecta comunión: El que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.
Una perfecta satisfacción: Ya no tendrán hambre ni sed. (v. 16).
Una
conducción perfecta: porque
el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes
de aguas de vida.
(v. 17).
· Un gozo perfecto: Dios enjugará toda lágrima de los ojos
de ellos.
· El Séptimo Sello y el comienzo de las Siete Trompetas (Caps. 8, 9)
II.
LAS SIETE TROMPETAS DEL JUICIO. Ap. 8:7-9:21:
El
pasaje empieza con un silencio intensamente dramático en el Cielo que dura
alrededor de media hora. La calma total es aún más efectiva que el trueno y el
rayo.
a. La apertura del séptimo sello. 8:1-6.
Después
del paréntesis del capítulo 7, en el que vimos dos grupos de santos de
la Tribulación,
llegamos ahora al séptimo y último sello. (v. 1). Éste es introducido por un
silencio en el cielo de unos treinta minutos, una pausa pasmosa que precede a
unos juicios más y más profundos.
NOTA: V. 1. Cuando abrió el séptimo sello. Con la rotura
del séptimo sello, viene la segunda serie de juicios: las siete trompetas. Parece ser que los juicios
anunciados por las trompetas siguen cronológicamente a los de los otros sellos.
No se menciona ningún juicio específico cuando se abre el séptimo sello. (V. 2). La narración pasa directamente a siete juicios de trompetas. Por eso inferimos que el séptimo sello se compone de las siete trompetas.
El
ángel en este
versículo es a menudo considerado como el Señor Jesús. (VV. 3-4). Se
le llama el Ángel
de Jehová en el AT. (Gn. 16:13;
31:11, 13; Juc. 6:22; Os. 12:3, 4). Las oraciones de todos los santos ascienden
al cielo por medio de Él (Ef. 2:18). Él toma mucho incienso para añadirlo a las
oraciones. El incienso habla de la fragancia de Su Persona y obra. Para cuando
las oraciones llegan a Dios Padre, son perfectamente intachables y totalmente
efectivas.
En este contexto, las oraciones son las de los santos de la Tribulación, que están rogando a Dios que castigue a sus enemigos, aunque el orden es verdadero de toda oración.
Como
respuesta a sus oraciones, el ángel … arrojó carbones encendidos a la tierra, causando
grandes explosiones, truenos, y voces, y relámpagos, y terremotos.
(v. 5).
Como dice H. B. Swete, «las oraciones de los santos vuelven a la tierra en forma de cólera». Así, los siete juicios de las trompetas son introducidos con violentas perturbaciones en la naturaleza.
Hemos llegado ahora a la mitad de la Tribulación. (v. 6). Estos juicios de las trompetas nos llevan al tiempo en que Cristo desciende a la tierra, destruye a Sus enemigos e introduce Su reino. Los primeros cuatro juicios afectan al ambiente natural del hombre; los tres últimos afectan al hombre mismo. Muchos comentaristas observan las semejanzas entre esas plagas y las que cayeron sobre Egipto (Éx. 7–12).
b. La Primera trompeta: es
golpeada la tierra. 8:7.
Cuando el primer ángel tocó la trompeta, una tercera parte de la tierra, de los árboles y de toda la hierba verde se quemaron con granizo y fuego mezclados con sangre. (v. 7). Lo mejor es comprenderlo literalmente como una terrible calamidad sobre las áreas de las que el hombre consigue la mayor parte de su alimento.
c. La Segunda trompeta: es
golpeado el mar. 8:8-9.
Cuando el segundo ángel tocó la trompeta, algo como una gran montaña llameante fue precipitado al mar, volviendo la tercera parte del mar en sangre, destruyendo la tercera parte de la vida marina, y la tercera parte de las naves. (vv. 8-9). Esto no sólo disminuirá el suministro local de alimentos de los hombres, sino que reducirá sus medios de obtener alimentos de lugares lejanos.
d. La Tercera trompeta: es
golpeado el mar. 8:10-11.
Esta
tercera trompeta marcó la caída de una estrella ardiente llamada Ajenjo,
causando que una tercera parte de la provisión de aguas se hiciesen amargas en
su misma fuente. (vv. 10-11). En apariencia, estas aguas amargas eran también
venenosas, porque muchos hombres murieron. Es difícil
identificar Ajenjo.
Cuando
suene la trompeta, estos versículos quedarán muy claros para los moradores de
la tierra. En el estudio de la profecía, es bueno recordar que hay muchas cosas
que no quedarán claras hasta cumplirse realmente.
NOTA: V. 11. Ajenjo. Se crían en Palestina muchas especies de ajenjo, y todas tienen un sabor fuerte y amargo (pero no venenoso), lo cual es motivo para que esta planta sea tenida como símbolo de la amargura, de la pesadumbre y de la calamidad. Esta plaga hará que la tercera parte del suministro de agua fresca de la tierra deje absolutamente de ser potable.
e. La Cuarta trompeta: son
golpeados los cielos. 8:12-13.
Parece
que el sol, la luna y las estrellas recibirán daños de tal manera que darán sólo
dos terceras partes de su luz habitual. (v. 12). Esta cuarta trompeta se
asemeja a la plaga de tinieblas de Egipto.
NOTA: V. 12. Esto no significa que el ciclo de 24
horas de día y noche se acortará a 16 horas o que el poder del sol y las
estrellas se reducirá en una tercera parte.
Un águila = ángel (NKJV margen) volando en medio del cielo pronuncia un triple ay sobre los que moran en la tierra, es decir, sobre aquellos cuya perspectiva es absolutamente mundana, que están bien instalados en la tierra, que no son verdaderos creyentes. (v. 13). Los tres juicios que quedan son también conocidos como los tres ayes por su terrible efecto sobre los hombres.
f. La Quinta trompeta: son
golpeados los hombres. 9:1-12.
La
estrella que cayó
del cielo puede ser un ángel caído, o incluso el mismo Satanás.
(vv. 1-2). Le fue dada la llave del pozo del abismo
(el abyss en griego). Ésta es la morada de los
demonios. Cuando abrió la entrada del abismo,
surgió una humareda como de un gran horno, hundiendo la tierra en tinieblas.
NOTA: una estrella. Representa a una criatura inteligente; al parecer, un ángel del abismo (v. 11). del pozo del abismo. Para otros usos de esta frase, comp. Lc. 8:31; Rom. 10:7; Ap. 9:11; 11:7; 17:8; 20:1, 3. Lc. 8:31 indica que ésta es la habitación de los demonios.
Del humo salieron enjambres de langostas capaces de infligir un atroz dolor como el de la picadura de un escorpión. (vv. 3-4). Pero su poder quedó limitado. Se les prohibió que dañasen la vegetación. Sus víctimas eran los hombres que no tienen el sello de Dios en sus frentes, es decir, todos los incrédulos.
Aunque
su picadura no era mortal, infligía un tormento que duraba durante cinco meses.
Era tan intenso que los hombres buscaban la muerte, pero no la hallaban. (vv.
5-6).
Estas
langostas representan probablemente a demonios, que, cuando sean liberados del abismo,
tomarán posesión de los hombres y mujeres inconversos. Esta posesión demoníaca causará
el más intenso sufrimiento físico y la más atroz tortura mental, como sucedió
con Legión en Marcos 5:1–20.
La descripción de las langostas tiene la intención de crear una impresión de conquista y victoria. (v. 7). Semejantes a caballos preparados para la batalla, eran huestes victoriosas. Llevaban como coronas de oro, con potestad para gobernar en las vidas de los hombres. Con caras de apariencia humana, eran seres inteligentes.
Con cabello como cabello de mujer, eran atractivas y seductoras. (vv. 8-10). Con sus dientes como de leones, eran feroces y crueles. Con sus corazas como… de hierro, eran difíciles de atacar y destruir. Con alas que hacían un enorme estruendo, eran aterradoras y desmoralizadoras. Sus colas como de escorpiones las capacitaban para torturar física y mentalmente. Su poder para dañar a los hombres durante cinco meses significaba un sufrimiento sin mitigación.
Y tienen un rey… cuyo nombre en hebreo es Abadón (destrucción), y en griego, Apolión (destructor). (v. 11). Es generalmente comprendido como Satanás.
El primero de los tres ayes pasó. (v. 12). Lo peor está aún por venir. Los juicios aumentan en intensidad.
f. La Sexta trompeta: muerte
de los hombres. 9:13-21.
La
mención del altar de oro que está delante de Dios vincula el siguiente juicio
con las oraciones del oprimido pueblo de Dios. (vv. 13-15). El sexto trompetero
libera a cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates. Esos cuatro ángeles, quizá demonios, han sido
retenidos listos para este momento exacto, a fin de matar a la tercera parte de
los hombres.
NOTA. Vv. 14-15. Estos cuatro ángeles (demonios) son liberados para matar a una tercera parte de la población que queda en la tierra. Agregados a la cuarta parte de los que fueron muertos por causa del cuarto sello de juicio (6:4), estos dos juicios solos destruyen la mitad de la población, sin incluir a los que mueren en guerras, hambre y enfermedades. La hora… I, es, para este preciso momento.
Siguiéndoles,
había doscientos millones de jinetes montados en caballos con corazas color de
fuego, de jacinto y de amarillo azufre. (vv. 16-17). Las cabezas de los
caballos eran como de leones, y de sus cabezas salía
fuego, humo y azufre.
NOTA: los ejércitos. Los 200’000.000 de jinetes que componen esta caballería sobrenatural podrían ser seres humanos, demonios o también hombres poseídos por demonios. Sobre otros ejércitos sobrenaturales, véase 2 R. 2:11; 6:14-17; Ap. 19:14.
Estas
tres cosas: fuego, humo y azufre.
Representan
tres plagas que darán muerte a la tercera parte de los hombres. (vv. 18-19). No
sólo matan los caballos con sus bocas, sino que también hieren con sus colas
serpentinas.
Hay
muchas preguntas sin respuesta en este pasaje. ¿Son los cuatro ángeles del versículo 14 los mismos que los de 7:1? ¿Son los jinetes verdaderos hombres, o representan a demonios,
enfermedades u otras fuerzas destructivas? ¿Qué son las tres plagas prefiguradas
por el fuego, el humo y el azufre?
Vale
la pena observar que la muerte la causan los caballos, no los jinetes. «Un escritor sugiere
que el poderoso ejército de jinetes podría simbolizar el irresistible engaño
del diablo, proveniente del Este». Dice Hamilton Smith:
· «El
poder de los caballos está en su boca» puede indicar que
este engaño será presentado con toda la persuasiva elocuencia del habla. Pero detrás del engaño hay el poder de Satanás,
simbolizado por sus colas como serpientes».
NOTA: VV.
17-19. Se nos describen las monturas del ejército
invasores, sus armas naturales y sus efectos concretos:
1) Se nos dice (v. 17) que los jinetes llevaban
unas corazas impenetrables, rojas de fuego, azules de jacinto, y amarillas de azufre. El azufre (gr. thíon
= divino) debe, sin duda, su nombre
a sus misteriosas propiedades, que tanto valor tenían para los alquimistas,
pues era indispensables para la transformación de los metales en oro. En la
Biblia simboliza lo demoníaco; por eso, el infierno es presentado como “el lago de fuego y
azufre”. El azufre, al arder,
presenta las siguientes características: es
amarillo vivo en sí, tiene la movilidad y el calor del fuego, con una llama
finamente azulada de tinte malva, y forma un humo agobiante y asfixiante, acre
y penetrante. 14:10, 11 asocia el humo denso al fuego y azufre del
infierno.
2) Por eso, es infernal (v. 17b) lo que sale
de las bocas de estos caballos diabólicos, con cabeza de león, lo cual indica
su tremendo poder, un poder intelectual para engañar y embaucar a los mortales,
a la vez que destilan de sus bocas toda clase de maldad, la propaganda
demoníaca del Anticristo al usar todos los modernísimos elementos de la mass-media.
Por si fuera poco, sus colas son como serpientes que tienen también cabezas
para herir con picadura mortal.
3) No se declara (v. 19) si se trata de plagas bien definidas o de símbolos imprecisables. Lo cierto es que con estas plagas muere la tercera parte de la humanidad; hasta ahora, el mayor castigo de los mencionados en Apocalipsis.
Aunque
dos terceras partes de la humanidad sobrevivió a estas plagas, no se arrepintieron,
sino que prosiguieron postrándose ante demonios e ídolos hechos por el hombre, sin vida,
impotentes. (VV. 20-21).
No
se convirtieron para apartarse de sus homicidios,
ni de sus hechicerías
(prácticas
relacionadas con las drogas), ni de su fornicación
(inmoralidad sexual), ni de sus hurtos. El castigo y el sufrimiento no
puede cambiar el carácter del pecador; sólo el nuevo nacimiento puede lograrlo.
En
efecto, la conversión sincera comporta un completo cambio de mentalidad y de
conducta, y esta gente no sólo no está dispuesta a cumplir la ley de Dios, sino
que se rige por los “anti
mandamientos”:
a) Contra Dios, la idolatría, de donde brotan todas las
demás maldades del inconverso (Rom. 1:24 ss);
b) Contra el prójimo, los tres crímenes más notorios y
perversos: el homicidio, la fornicación y el hurto.
Las
hechicerías (gr. pharmakión,
de donde
procede el vocablo “farmacia”
-con sus derivados-)
suelen estar conectadas con la idolatría supersticiosa, pero aquí
están en la lista de las cosas que dañan al prójimo. Una lista más detallada de
estos pecados la encontramos en 21:8; 22:15, compárese con Gál. 5:19-21; 1 P.
4:3, 15.
Véase Parte II.
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