¡Señor mío, y Dios mío! (Juan 20:24-31)
¡Señor mío,
y Dios mío!
(Juan
20:24-31)
“Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros… Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente… Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!... Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”. (vv. 26-29).
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Jesús se aparece a Tomás. Juan menciona aquí tanto el nombre
arameo como gr. de Tomás, aunque ya se ha referido antes a este discípulo. Este
episodio marca el clímax, porque registra la incredulidad y luego la llegada a la fe de Tomás
de una manera que ilumina el principal propósito del Evangelio (vv. 30, 31). No
se expresa la razón por la ausencia de Tomás*
(24).
Ayuda
Hermenéutica:
G1324 *Δίδυμος = Dídumos: prolongado de G1364;
doble, i.e. gemelo; Dídimo, a cristiana:
- Dídimo. (Strong).
Su
enfática in credulidad del testimonio de los otros discípulos intensificó su
percepción subsecuente de la naturaleza verdadera de Jesús (25). Quería una
evidencia física que le convenciera de que el Cristo resucitado era el mismo
Jesús que él había conocido. Ocho días después (26)
era la forma gr. de expresar una semana lo que nos lleva al domingo después del
de la resurrección.
Las puertas cerradas mostraban el continuo temor de los discípulos y la segunda declaración de paz de Jesús nuevamente se ve como un antídoto.
I. ¡Señor mío, y Dios mío!
Tomás, el dubitativo1), reconoce finalmente la plena Deidad de Jesucristo. Esto marca el clímax del Evangelio de Juan.
El Señor había proclamado su Deidad a lo largo de Su ministerio:
“Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!” (Jn. 20:28).
Ayuda Hermenéutica:
G2962 κύριος
= kúrios: de κῦρος = kúros (supremacía); supremo en autoridad, i.e. (como sustantivo)
controlador; por implicación señor (como título de respeto): - Señor,
soberano, ungido, hacer, amo, Cristo, Dios, dueño. (Strong).
G2316 θεός
= dseós: de afinidad incierta; deidad, específicamente (con G3588)
la Divinidad suprema; figurativamente magistrado; de hebreo muy: - Señor, Dios. (Strong).
G3450 μοῦ
= moú: forma más simple de G1700; de mí: - de mí. (Strong).
Literalmente la exclamación del v. 28 es: “¡El Señor de mí y el Dios
de mí!”.
Nótese: el doble uso del pronombre personal
posesivo “de mí” o “mío”, con el cual Tomás expresa una relación
personal de fe. La descripción revela a uno quebrantado por la vista del glorioso Señor con las marcas claramente visibles de su
sufrimiento y muerte.
¡Notable es el hecho de que el que había dudado y que
había rechazado el testimonio de sus compañeros es el mismo que ahora declara
más explícitamente que cualquier otro la completa divinidad de Jesús! Esta confesión surge de la profundidad de su alma,
mientras que probablemente Tomás:
· Caía de
rodillas,
o
· Se postraba,
· A los pies de su Señor.
Tomás
fue más allá de la creencia en la resurrección de Jesús, se somete a él como su
Señor absoluto y lo reconoce como Dios mismo.
Hemos
notado muchas veces en el ministerio que la persona más cerrada al evangelio,
cuando se convierte, llega a ser el creyente más ferviente. El ejemplo más
notable de esta verdad es el testimonio del apóstol Pablo.
Hovey cita a Godet quien comentó que “el último llega a ser por el momento el primero, y la fe de los apóstoles, según la profesión de Tomás, llega finalmente a la cumbre de la verdad divina expresada en el prólogo”. Es el primero en reconocer explícitamente que Jesús es Dios y es, a la vez, el último que confiesa su fe en Jesús en este Evangelio. Es importante notar que Jesús recibe este reconocimiento de él como Dios.
1.1. Los Nombres Propios de la Deidad Que ÉL Usa:
1) Antes que
Abraham fuese yo soy. Juan 8:58.
El
“Yo soy” denota existencia absoluta y
eterna, no simplemente una existencia anterior a la de Abraham. Es una
afirmación de ser el Yahweh del AT.
Qu los judíos entendieron el significado de esta declaración está claro por su
reacción (v. 59) ante la supuesta blasfemia.
2) Una pregunta de
Jesús a los fariseos. Mateo 22:42-45.
Habiendo
escuchado tres preguntas de sus enemigos sobre temas de relativa importancia,
Jesús toma la iniciativa para preguntarles sobre algo de suma importancia. Es una pregunta personal:
· ¿Qué pensáis...? (v. 42a).
· Es
una pregunta mesiánica: ... acerca del Cristo? (v. 42b).
· Es una pregunta histórica: ¿De quién es hijo? (v. 42c).
Parece
que el propósito de Jesús en esta interrogación es el de ayudar a los fariseos
a cambiar su concepto del Mesías. Ellos le rechazaban como el Mesías porque
tenían un concepto erróneo. Esperaban a un mesías político, militar, poderoso,
quien los libraría de la opresión de Roma. Jesús procura orientar su
pensamiento en la dirección de un Mesías espiritual. Solo en un sentido, según ellos, Jesús reunía las condiciones para ser
el Mesías: Era descendiente físico de David.
Los fariseos acertaron en su respuesta, afirmando un hecho conocido por todos.
· El Mesías sería hijo de David (v. 42d). Mateo comienza su Evangelio identificando a Jesús como hijo de David, hijo de Abraham (1:1). Muestra luego que Jesús aceptó este título mesiánico cuando fue aclamado como tal (20:31; 21:9, 15).
La
siguiente pregunta de Jesús los dejó callados porque aparentemente no habían
considerado las implicaciones de la cita que Jesús usa para corroborar su
pregunta (Salm. 110:1). Según la cita del Salmo,
considerado como mesiánico, David escribe:
· Dijo el
Señor (es decir, Dios, Padre) a
mi Señor... (el Mesías, Hijo de Dios)
(v. 44).
El Mesías era no sólo hijo de David, sino su Señor (v. 44). La pregunta ¿Cómo...? (v. 45) queda sin contestar, porque encierra todo el misterio de la encarnación. De ninguna manera el pasaje insinúa que Jesús no sea el hijo de David. Por lo contrario, apunta al misterio de la relación entre David y el Mesías, quien siendo su hijo es, a la vez, su Señor. Estas aseveraciones revelan tanto la humanidad como la divinidad de Jesús.
1.2. Los Atributos De La Deidad Que ÉL Reclama:
1)
Santidad Juan 8:46.
Nadie podía acusar a
Jesús de pecado alguno. La gente que lo odiaba y deseaba verlo muerto
escudriñó su comportamiento, pero no pudo hallar nada malo. Por su vida libre
de pecado, Jesús probó que era Dios encarnado.
Él es el único ejemplo perfecto que podemos seguir.
En
varios lugares Jesús desafió con toda intención a sus oyentes a ponerlo a
prueba. Aceptaba gustoso a los que deseaban cuestionar sus declaraciones y su
carácter, siempre y cuando tuviesen disposición de obrar en base a lo que
descubrían. El desafío de Jesús sacaba a la luz
las dos razones más frecuentes que las personas pasan por alto cuando se
encuentran con El:
1)
Nunca aceptan su desafío de ponerlo a prueba, o
2) Lo ponen a prueba, pero no están dispuestos a creer lo
que descubren.
¿Ha cometido usted alguno de estos dos errores?
2)
Omnipotencia y Omnipresencia Mateo 28:20.
El Ministerio Pastoral (v. 20): “Enseñándoles”; enseñando a estos miembros bautizados de
la iglesia visible, “que guarden todas las cosas que
os he mandado”, a vosotros mis discípulos, durante los tres años que
habéis estado conmigo.
¿Cuáles serían los sentimientos que despertara tal Comisión? Tal vez éstos: “¿Nosotros hemos de conquistar el mundo para ti, Señor; nosotros que apenas hemos vencido nuestros recelos; nosotros, pescadores de Galilea, sin letras, sin medios, sin influencia aun sobre las criaturas más humildes? No, Señor; no te burles de nosotros”. “No me burlo de vosotros, ni os envío a la lucha a vuestras expensas. Porque …” Aquí tenemos los Incentivos:
Los
Incentivos para intentar y llevar a efecto dicha obra. Estos son dos: uno antes
de la Comisión, y el otro después de ella.
· Primer
Incentivo: “Toda potestad me es dada en el cielo”—todo el poder del amor, de la sabiduría y de la fuerza del
Cielo. Es decir, todo el poder en la tierra”: poder
sobre todas las personas, todos los movimientos, todas las pasiones, todos los
principios, para inclinarlos a cumplir con este elevado objetivo: la evangelización del mundo.
Todo
esto “me es dado a mí”, como el Señor de
todos los que ha resucitado; todo lo cual será puesto por mí a vuestras
órdenes. “Por tanto, id”. Pero queda un,
·
Segundo Incentivo: “Y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días” no sólo para
siempre, sino sin interrupción, “hasta el fin
del mundo”. El “amén” es de
origen dudoso en este lugar.
Sin
embargo, si realmente pertenece al texto, es la palabra final del evangelista
mismo.
NOTA:
Mundo = aion Strong G165: Denota un período indefinidamente largo, con énfasis sobre las características del período más bien que sobre su duración. En su uso idiomático la palabra designa «por siempre» o «por siempre y siempre» (21:19; Rom. 16:27; Ef. 3:21). También se usa para designar la era presente (Mt. 12:32; 13:22; 1 Tim. 6:17) y el tiempo después de la Segunda Venida de Cristo (Mr. 10:30; Lc. 20:35).
3)
Omnisciencia Juan 11:11-14.
Duerme v. 11. Aunque los
discípulos entendieron esto como indicando sueño natural (v. 12), Jesús lo usó
como metáfora para denotar la muerte (Mr. 5:39; comp. Hech.
7:60; 1 Ts. 4:13).
El v. 14. Puesto que Jesús sabía que Lázaro estaba muerto, estaba prediciendo su restauración a la vida en el v. 4.
1.3. Las Cosas Que ÉL Aseguró Poder Hacer, Que
Solo Dios Las Puede Hacer:
1)
Perdonar Pecados, Marcos 2:5-7.
La respuesta de Jesús refleja el punto de vista judío, que el perdón de los pecados debe preceder a la sanidad física. Haya sido o no esta enfermedad un resultado del pecado, Jesús fue al corazón del asunto. El pecado y la enfermedad son consecuencias de la maldad, y Jesús revela la oposición de Dios al mal, de cualquier manera, que éste se manifieste. Su meta es traer completa sanidad a la gente.
En sus corazones: El secreto razonamiento de los escribas «en sus corazones» contrasta con la franqueza de Jesús (véase v. 8).
Los escribas tenían razón al proclamar que sólo Dios podía perdonar pecados. También la tenían en la acusación de blasfemia contra Jesús, a menos que él pudiese aportar evidencias visibles de su autoridad y capacidad de perdonar.
2)
Resucitar a Los Muertos, Juan 5:28-30; 11:43.
Esto (v. 28) incluye todo lo que les había dicho hasta el momento: su igualdad con el Padre, la autoridad dada a él por el Padre para juzgar al mundo y compartir vida a los que creen en él. Es como si Jesús dijera: “Lo más asombroso está aún en el futuro. ¡No habéis visto nada todavía!”. La hora es la de la resurrección de los muertos del sepulcro, no la experiencia de salvación. Es una hora futura, indicando una resurrección literal; no dice “y ahora es” como en el v. 25. Siendo el juez de todos, buenos y malos, todos… oirán su voz.
La
mejor prueba de que en el v. 29 se refiere a la resurrección literal, no la
espiritual, es la expresión resurrección de condenación. Este pasaje y el de Hech.
24:15 son los únicos del NT., que se refieren a la resurrección de los
incrédulos. Este pasaje no enseña la salvación por buenas obras; los que
hicieron el bien se refiere a los que confiaron en Jesús y recibieron vida
eterna, la cual resultó en el hacer el bien, como este Evangelio enfatiza
repetidas veces. El hacer el bien es la prueba de la integridad de los
creyentes y llega a ser una consideración esencial en el juicio final cuando
las ovejas serán separadas de los cabritos (Mt. 25:31-46; ver Ap. 20:11-15).
Godet
observa que el artículo definido ante bien y mal indica el uso de ambos
términos en sentido absoluto. La expresión practicó el mal (ver 3:20) tiene
como fondo el rechazar la vida que Jesús ofrecía, resultando en una vida inútil
y mala. El término mal traduce una palabra griega (faulos G5337) que aquí es lo
opuesto al bien, pero en 3:20 lo opuesto es verdad, indicando que tiene la
connotación de lo falso.
Vincent llama la atención a la diferencia entre hicieron el bien, que puede referirse a un solo acto, y practicaron el mal, que describe una acción continuada.
No puedo yo de mí mismo hacer nada—es decir, aparte de mi Padre, o en
algún interés más que el mío. (vv. 30-32). (Véase la nota acerca del v. 19). como oigo—es decir:
· “Mis juicios son todos anticipados en el seno de mi Padre, a quien tengo acceso inmediato, y por mí sólo respondidos y contestados. Mis juicios no pueden errar pues, como yo vivo para un solo fin, el de llevar a efecto la voluntad de aquel que me envió”.
3)
Juzgar a Todos Los Hombres. Juan 5:22, 27.
Los
judíos no tendrían problema con la primera parte de la afirmación del v. 21,
porque así se enseñaba en el AT., (ver Deut. 32:39; 1 Sam. 2:6; 2 R. 5:7). Esta
obra del Padre incluye la resurrección de alma
y cuerpo y el tiempo presente de ambos verbos
indica tanto el poder para hacerlo como también la continuación de tal
operación.
Resucita y da vida son dos aspectos de la misma operación:
·
La primera se refiere al cuerpo y
·
La segunda al espíritu o al
ánimo de vida.
Así también el Hijo da vida a los que quiere. La segunda parte
de la afirmación es lo que enfurecía a los judíos, porque entendían que sólo
Dios puede realizar esta clase de obra. Da vida en este contexto seguramente se
refiere a la vivificación espiritual. Es obvio que da vida a los que quiere
sería casi ininteligible si se refiriera a la resurrección de la tumba.
Ø El Hijo
ciertamente quiere dar vida espiritual a todos
los que creen en él;
Ø Por otro lado, su voluntad es negársela a los que rechazan su oferta y se niegan a creer en el cómo el Hijo de Dios y Salvador del mundo.
El
argumento prosigue a la consideración del juicio, un oficio más elevado aún que
el dar vida; los judíos consideraban que estaba reservado sólo al Padre. Esta
es una idea nueva y radical, por cierto, chocante para los judíos, más aún que
la idea de que el Hijo da vida a los que él quiere.
· La
primera negativa no lleva la idea de “ni aun” y
· La
segunda, a nadie, intensifica el concepto, dejando el sentido de “no en absoluto”.
La
conjunción causal porque introduce la declaración como razón de la del
versículo anterior. El Hijo tiene ambas autoridades, la de dar vida y la de
juzgar, los dos oficios estando íntimamente relacionados. él no quiere y no
propone dar vida a los que se niegan a creer en él y tales personas, por este
hecho, ya son juzgadas y condenadas. En efecto, ellos ya están muertos
espiritualmente y él no les dará vida. El Padre ha entregado toda la
prerrogativa del juicio en manos de su Hijo (ver Hech. 17:31), otra indicación
de su deidad e igualdad con el Padre.
En
el v. 23, Jesús revela el para que o propósito por el cual el Padre le otorgó
al Hijo el dar vida y juzgar, funciones que pertenecen sólo a Dios. El Padre deseaba que su Hijo recibiera la misma honra
otorgada a él.
Ø La
íntima relación entre el Padre y el Hijo, su representante personal, significa
que:
·
El que honra a uno,
·
Honra también al otro, y
Ø El
que:
·
Deshonra a uno de los dos,
· Deshonra al otro.
II. El Propósito Del Libro: VV. 30-31:
“Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro… Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre”. (Juan 20:30-31).
Juan escogió sólo siete de los muchos milagros que hizo Jesús, se registran 35 específicamente, como señales especiales para que la gente creyera.
Este párrafo tiene toda la apariencia de una conclusión del Evangelio y también expresa el propósito que el autor tuvo en escribirlo. Por esta razón, muchos comentaristas opinan que el texto original termina aquí. Parece que el propósito del Evangelio se ha logrado. Jesús se había aparecido a todos los discípulos, les había comisionado y les había dado simbólicamente el Espíritu Santo, Tomás había pronunciado la confesión más elevada y Jesús había pronunciado una bendición especial sobre los que creerían en él, sin verlo. Por esto, se piensa que el cap. 21 fue agregado más adelante por el mismo autor.
La
expresión Por cierto o “ciertamente”,
según Mateos-Barreto, traduce dos partículas griegas que tienen la idea de “por consiguiente”, “por lo
tanto” o “entonces”, lo
cual enfatiza la conclusión de lo que antecede, en vez de lo que sigue. Juan
mira hacia atrás y afirma que Jesús hizo muchas otras señales, refiriéndose a
todos los milagros que había realizado durante su ministerio terrenal, no sólo
a las apariciones después de la resurrección.
Luego afirma dos cosas acerca de todas esas señales: no fueron hechas en secreto, sino en presencia de sus discípulos, y muchas no fueron registradas en este Evangelio (ver 21:25). Juan insinúa que había escogido de entre todas las señales de Jesús las que más claramente apuntaban a él como el Hijo de Dios. Entonces, es un Evangelio selectivo con un propósito definido.
El verbo traducido han sido escritas (v. 31) está en el tiempo
perfecto, enfatizando el valor permanente del Evangelio (ver 19:22). En este
versículo el autor expresa en forma clara y concisa el propósito del Evangelio.
La conjunción de propósito, para que (jina G2443), usada tan frecuentemente en
este Evangelio, introduce el propósito. El verbo traducido creáis es un
subjuntivo en el tiempo aoristo en la mayoría de los mss., pero en el tiempo
presente en otros. Si se toma como aoristo, enfatizaría el comienzo de la fe, pero si se toma como presente,
enfatizaría la continuación y afirmación de la fe ya existente. El
Evangelio cumple ambos propósitos:
Ø Anima
la fe inicial de salvación, y
fortalece y
Ø Aumenta
la fe de los que ya son creyentes.
Por otro lado, Beasley-Murray advierte del peligro de interpretar con demasiado rigor el significado del tiempo de los verbos.
Nótese: que el propósito no es de crear fe como el objeto
final, sino de convencer a los hombres de la naturaleza verdadera de Jesús. No
es un mero hombre, ni tampoco sólo un buen hombre, sino que es el Cristo, el
Mesías de Dios, prometido largamente a través del AT., el enviado personal de
Dios con una misión especial y encarnado en la persona de Jesús.
Ø Pero tampoco
termina allí, sino que el Evangelio tiene el propósito de convencer a los
hombres que ese Mesías es divino, es
el Hijo de Dios, y es Dios mismo, tal
cual confesó Tomás. Como en las palabras de Tomás, ese convencimiento debe
llevar a una confianza y compromiso con Cristo como “su Señor y su Dios”.
Ø El segundo
propósito, o, mejor dicho, la finalidad última del Evangelio y el resultado
benéfico de creer se expresa
en la cláusula para que creyendo tengáis vida en
su nombre. Este libro frecuentemente se llama “El
Evangelio de vida”. El término vida se refiere a la plenitud de vida
espiritual o “vida eterna” que sólo
se logra en su nombre (ver 1:4; 3:15; 10:10). El verbo traducido tengáis es un
subjuntivo en el tiempo presente.
§ Una vez
que uno cree en Cristo como el Hijo
de Dios (primera
cláusula)
recibirá la vida,
y
§ Seguirá teniendo vida para siempre (segunda cláusula).
Entonces
el Evangelio de Juan tiene un propósito decididamente evangelístico y
misionero. Está en perfecto acuerdo con el propósito para el cual Jesús vino al mundo. En esta forma y en el
último versículo, Juan une magistralmente los dos temas dominantes en el Evangelio:
·
“Creer” y
· “Vida”.
Concluye:
Juan concluye con una nota de triunfo: “Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios”. Estas palabras
nos ofrecen la oportunidad de “que, creyendo,
[tengamos] vida en
su nombre” (v. 31).
Los Evangelios son relatos diarios del amor [agapao2)] de Dios por nosotros. Son palabras para leer, creer y compartir, porque nos llevan a la vida; nos guían a Cristo.
“Juan: El Evangelio de vida”.
__________
Nota
y Bibliografía:
1) dubitativo, va. (Del lat. dubitatīvus). adj. Que implica o denota duda. □ V. conjunción Microsoft® Encarta® 2009.
2) G25 ἀγαπάω
= agapao: tal vez de ἄγαν =
ágan (mucho) [o compare H5689];
amar (en sentido social o moral): - amado, amada, amar, amor. Compare G5368.
(Strong).
- e-Sword-the. LEDD. Mundo Hispano.
- Biblia de Estudio RYRIE.
- Pastor: Carlos
Ramírez Jiménez. 8//3//2024. MISIÓN BAUTISTA: “Emanuel”.
Ciudadela de Noé. Los Cardos Mz.
E-Lt.18. III Etapa. Cerca del Hospital Regional II. Cel. 937-608382-Tumbes.
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