SANIDAD PARA TODO EL MUNDO: (2 Corintios 5:11-21)
SANIDAD
PARA TODO EL MUNDO:
(2 Corintios
5:11-21)
“Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo
mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación” (v. 18).
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
La Escritura nos llama a ayudar a que todo el mundo se sane
espiritualmente. Esto significa que debemos tener compasión por
todos, sin importar sus opiniones ni ideología. Cada persona merece el amor y la bondad de Dios.
El apóstol insiste: “el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que […] uno murió por todos” (v. 14). Todos estamos enfermos de pecado y necesitamos desesperadamente la sanidad del perdón de Dios.
I. HACIA RESULTADOS DESEABLES. 2 Cor. 5:11-15:
En
esta sección (vv. 11-15), Pablo describe los resultados que son los deseables
para los que temen al Señor. El cristiano es llamado para llevar a cabo su
ministerio a la luz de los requisitos que Dios nos da. Todo cristiano
comparecerá ante Dios en el juicio. El amor de Dios demostrado en la muerte y
en la resurrección de Cristo compele al creyente a vivir una vida dedicada
solamente a Dios (v. 14), a la vez, provee el motivo para impactar en la vida
de otros creyentes, ya que nos llama a todos a responder al amor de Dios,
demostrando una dedicación absoluta a Dios y a los demás creyentes.
“Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es
manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias…
No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros,
sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué
responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón”. (2 Cor. 5:11-2)
NOTA: (V. 11): El temor. O pavor reverencial del Señor (Cristo), en vista del juicio que nos va a hacer. persuadimos a los hombres para que se reconcilien con Dios (v. 20).
En contraste con la actitud de los super-apóstoles, Pablo tiene que enfatizar que sus credenciales y su autoridad vienen de Dios (vv. 11 y 12).
Desafortunadamente,
Pablo no había sido aceptado como un verdadero apóstol, pero él pudo
ejemplificar el poder de Dios a través de su debilidad como ministro del
evangelio. La iglesia deseaba tener un líder
poderoso como:
·
Pastor y predicador, y
· Algunos
habían atacado a Pablo diciendo que él no era un poderoso
predicador ni un líder cristiano eficaz.
Pablo
respondió que él recibía su poder a través de sus debilidades y por su
confianza en el poder de Dios (v. 12). De modo que su tribulación resultó como
consecuencia de sus debilidades, pero al mismo tiempo se manifestó el poder de
Dios a través de Pablo, hombre débil (comp. 12:9, 10).
“Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros”. (2 Cor. 5:13)
Si estamos
locos*) (v. 13). Probablemente, se
refiere a cierta ocasión especifica en que los críticos de Pablo le inculparon
de estar fuera de sí (para ver un cargo similar contra Jesús, comp., Mr. 3:21;
Hech. 26:24).
Ayuda Hermenéutica:
*)
G1839 existemi = (ἐξίστημι, G1839)
significa primaria y literalmente poner fuera de posición, desplazar; de ahí:
(a) Asombrar, o estar atónito;
(b) Estar fuera de la propia mente, estar fuera de sí, estar
loco (Mr. 3:21: «está fuera de sí»;
2 Cor. 5:13: «si estamos locos»);
En este último pasaje se contrasta con sofroneo, ser sobrio, estar cuerdo. (VINE).
Pablo tuvo que recordar a los corintios que Jesús murió por todos (v. 14b), como consecuencia lógica, la muerte de Cristo conduce a sus seguidores a morir también, no una muerte física necesariamente, más bien el dar muerte al ego y a los intereses propios (comp. Rom. 12:1-2; Gál. 2:20). De esa forma, el poder de Dios se manifiesta a través de ellos y pueden ser siervos abnegados de Cristo, siguiendo en sus mismos pasos. La invitación de Bonhoeffer era: “Venid y morid”; y la invitación que Cristo hace al hombre es para venir y morir a fin de que su vida pueda ser eficaz en el ministerio cristiano (comp. Lc. 9:23-24). Cuando uno muere a sí mismo es una indicación de que la presencia de Dios mora en su vida y nunca se le puede acusar de vivir por sus propios intereses.
A
pesar de la opinión de otros, Pablo mantiene su punto de vista de que jactarse
del evangelio no es igual a jactarse de sí mismo (v. 11). él quiere dejar
sentado para todo el mundo y para todas las edades el principio del poder en la
debilidad como resultado de la obra de Dios en nuestra vida. Como dice Ralph
Martin: “El temor de Dios y el vivir por Cristo
van mano a mano”. El poder de Dios está dentro del alcance de todos
los que aceptan vivir abnegadamente y están dispuestos a recibirlo. Pablo llegó a
decir:
· “Cuando soy débil, entonces
soy fuerte”
(Lc. 12:10).
Morir
a sí mismo y vivir para Dios es el lema de Pablo en este pasaje. T. W. Manson,
un erudito británico, dice que la muerte de Cristo es un acto en el que todos
sus seguidores tienen parte. De igual forma, también comparten en su vida resucitada,
significando que no deben vivir más egoístamente y para sus propios intereses,
sino que deben vivir para Cristo, quien inició la nueva vida para ellos a
través de su muerte y resurrección (ver 2:14-17).
Cuando Pablo, en el v. 11, usa la palabra “conociendo” (eida G1492) implica haber recibido este poder de parte de Dios y no por cierto conocimiento humano. En un sentido vuelve ahora a la pregunta hecha en 3:1 donde ya ha explicado sus propósitos para el ministerio y la obligación de ser sincero en su predicación.
eidon = (εἰδόν, G1492), (relacionado con oida = conocer), forma aorista que se usa como este tiempo de jorao, véase, se traduce percibir en Mt. 13:14; Mr. 4:12; Hech. 28:26; en tr se usa también en Lc. 9:47.
Nota: Para decomai = recibir, aceptar, traducido «percibir» en 1 Cor. 2:14: «el hombre natural no percibe», (VINE).
En el v. 12, Pablo vuelve al tema de la alabanza propia. Tenemos que entender que en la última frase la idea de Pablo es darles una razón para jactarse en él y su fidelidad, a fin de que puedan demostrar a los opositores que Pablo es genuino y que merece ser escuchado por sus enseñanzas y sus instrucciones. él enfatiza que todo debe hacerse con sinceridad. Para Pablo lo que vale es lo que sale del corazón.
El
Apóstol habla en el v. 13 del asunto de su entusiasmo y de lo que él
llama estar fuera de sí. En ese sentido se compara con Jesús cuando sus
hermanos y familia pensaron que estaba fuera de sí por lo que hacía en su
ministerio (Mr. 3:21). En Hech. 26:24, Festo, el oficial romano, también lo
acusó a Pablo de estar fuera de sí. En el fondo de esta preocupación está el
hecho de que sus enemigos lo estaban acusando de no ser racional cuando hablaba
de las visiones y revelaciones que él afirmaba venían de Dios. Es posible que
también se estaba refiriendo al asunto de la glosolalia, el hablar en lenguas
(comp. 1 Cor. 14:18).
Al
final Pablo recomienda que los críticos consideren más su conducta con el fin
de no juzgarle por los fenómenos externos tales como los ya mencionados. Es
posible también que sus enemigos lo hubieran acusado de tener una personalidad
antagónica y que lo consideraban un hombre muy astuto por la manera que hizo
resaltar la falsedad de los corintios (ver 12:16).
Su contestación a los que lo acusaban se encuentra en esos versículos. Si en un tiempo sobrepasó los límites de la moderación, ahora se encontraba derramando su alma a Dios y no al hombre. Si él había ejercitado una prudencia apropiada en sus tratos con los convertidos, era para beneficio de ellos y no para su gratificación personal (v. 13b).
Cuando Pablo habla del “amor de Cristo”, en vv. 14 y 15, habla del amor que Dios, en Cristo, manifiesta hacia el hombre. El Apóstol muchas veces usaba el verbo amar (agapao G25*) para expresar el amor del hombre para con Dios, pero nunca como un sustantivo agape G26** (amor). En el v. 15, él habla del que murió por todos y afirma que los que ya viven no viven más para sí, sino para Dios; los que aceptan la muerte de Cristo también mueren en cuanto a sus deseos y sus propias motivaciones, y llegan a ser liberados a una nueva vida. Hay poder para la renovación de la personalidad por la muerte de Cristo. La muerte y resurrección de Cristo hacen posible hablar de la nueva vida.
Ayuda Hermenéutica:
* G25 agapao = (ἀγαπάω, G25) y
el correspondiente nombre agape
(B, Nº 1 más abajo) constituyen, la palabra característica del cristianismo, y
ya que el Espíritu de la revelación la ha usado para expresar ideas previamente
desconocidas, la investigación de las formas en que se utiliza, tanto en la
literatura helénica como en la LXX, arroja más bien
poca luz sobre su significado distintivo en el NT. Comp., sin embargo, Lv. 19:18;
Deut. 6:5.
NOTA: Agape y agapao
se usan en el NT.:
(a) Para describir la
actitud de Dios hacia su Hijo (Juan 17:26); hacia la raza humana, en general
(Juan 3:16; Rom. 5:8); y hacia aquellos que creen en el Señor Jesucristo, en
particular (Juan 14:21);
(b) Para expresar su
voluntad a sus hijos con respecto a la actitud que tienen que mostrarse
mutuamente (Juan 13:34), y hacia todos los hombres (1 Ts. 3:12; 1 Cor. 16:14; 2
P. 1:7);
(c) Para expresar la
naturaleza esencial de Dios (1 Jn. 4:8). (VINE).
** agape = (ἀγάπη, G26),
cuyo significado ya ha quedado señalado en relación con A, Nº 1, se traduce
siempre como «amor» en la rvr, excepto en
Jud. 1:12, donde se halla en plural, y se vierte como «agapes». En cambio, en la rv se traduce en
varios pasajes como «caridad» (por ejemp.,
Rom. 13:10; 1 Cor. 8:1; 1 Cor. 13:1; 1 Cor. 14:1; Film. 1:5; Ap. 2:19). En Jud.
1:19, la rv traduce «convites». Véase agape, y Nota (2) abajo.
Notas: (1) En las dos afirmaciones en 1 Jn. 4:8 y
16, «Dios es amor», se usan ambas para
dar mandamiento a que los creyentes ejerciten el amor.
En tanto que el primer pasaje introduce una declaración del modo en que el amor de Dios se ha manifestado (vv. 9…) (VINE).
Porque el amor [agape] de Cristo nos constriñe. El amor de Cristo hacia nosotros (y posiblemente indique también nuestro amor hacia Cristo) nos sujeta; i, e., nos guarda dentro de ciertos límites. Luego todos murieron. Dios considera que los creyentes mueren en Cristo, a fin de que puedan vivir para agradarle (Rom. 6:8).
II. VIVIR EN LA NUEVA EDAD. 2 Corintios 5:16-21:
La
reconciliación descrita en los capítulos 5 y 6 demanda una vida diferente y
nueva. El tema descrito en los vv. 16-21 describe la vida en la nueva edad y el
comienzo de esta vida nueva afecta la manera como juzgamos a otras personas. El
mundo secular evalúa a algunas personas por su apariencia externa, la cultura,
la inteligencia, las posesiones, la habilidad de manipular las circunstancias,
y a otra gente por beneficio propio.
Pablo enfáticamente declara que toda la vida y la perspectiva desde la cual vemos la vida cambia “de aquí en adelante” (v. 16a). Aun Cristo había sido juzgado por las normas del mundo, pero ya no más. Los creyentes debían saber todo lo posible sobre la vida, la muerte y la resurrección de Jesús de Nazaret, pero aún más importante, debían conocer a Cristo personalmente.
Pablo
comienza esta sección diciendo:
· “…de aquí en adelante, a nadie
conocemos según la carne; y aun si hemos conocido a Cristo según la carne,
ahora ya no le conocemos así” (v. 16a).
Quizá
la mejor interpretación de estas palabras es que el no conocer a hombre “según la carne” significa que él, como predicador
del evangelio, no es totalmente indiferente a las cualidades externas; en otras
palabras, su elocuencia, su nacimiento judío, etc. El Apóstol está diciendo que
hubo un tiempo en su vida cuando, como ahora lo hacen sus enemigos judíos, él
dio gran importancia a lo inmediato y a lo que a heredad se refería, es decir,
a lo de la carne.
Ahora
él, por haber conocido a Cristo, aprendió desde su conversión que el Mesías
nacional de los judíos es en sí la palabra encarnada de Dios hacia la que cada
raza de hombre está relacionada porque él es el Cristo de la iglesia del Dios
universal. En otras palabras, el énfasis no está ahora sobre el Mesías judío,
sino en el Mesías, el Salvador del mundo.
Además,
en la religión personal, lo que es meramente histórico tiene que coincidir con
lo místico de la religión. Es de gran interés y de mucho valor aprender todo lo
que podamos acerca del nacimiento, la vida, la muerte y la resurrección de
Jesús de Nazaret, pero es la vida presente del Cristo universal que es de suma
importancia. Vale la pena notar que no hay ninguna descripción del Jesús de
Nazaret que se haya pasado de la primera generación a nuestro día en cuanto a
su fisonomía, su aspecto físico.
Tampoco se dice nada en cuanto al lugar donde habitaba en Capernaum. Se dice que no se comenzaron a buscar reliquias de su vida y muerte hasta la edad de Constantino. Los Evangelios no dicen mucho sobre el aspecto físico de Jesús, ni tampoco se especifica mucho en cuanto al lugar y tiempo en que estuvo en la tierra. Es por eso que algunos concluyen, de las palabras del v. 16b, que Pablo había visto o posiblemente había escuchado a Jesús durante su ministerio público en Jerusalén. Pero si Pablo hubiera conocido a Cristo personalmente en su ministerio público, sin lugar a dudas, no hubiera dejado de mencionarlo en sus escritos.
El
enfoque en los vv. 17-19 se centra en que en Cristo las cosas
viejas pasaron y ahora todo es nuevo y es así por la gracia de Dios, quien ha
reconciliado a todo el mundo consigo mismo. El estar en Cristo es muy diferente
a pretender que “seamos de Cristo”. A veces los que declaran “ser de Cristo”
son como los corintios mencionados en la primera carta, que pretendían ser del
partido de Cristo (ver 1 Cor. 1:12 y 10:7).
Ø Estar “en Cristo”
(v. 17a) es un concepto mucho más profundo; representa una relación íntima,
y
Ø Pablo lo expresa
con el término “nueva
criatura es” (v. 17b).
Ø Una nueva creación
era la manera tradicional para describir a un nuevo judío prosélito. Dicho
concepto tomó un sentido mucho más profundo en la encarnación de Jesucristo
(comp. Jn. 3:3; Rom. 6:4; Ef. 2:10; Filp. 2:1-2; 2:5-11). Pablo usa palabras
con un sentido especial para describir el nuevo orden de la nueva época; suena
como una expresión escatológica cuando declara “las cosas viejas pasaron; he aquí todas son
hechas nuevas” (v. 17c).
Por
otro lado, Pablo no se estaba basando en los escritos seculares, sino que se
refería a sí mismo cuando hablaba de que todas las cosas viejas ya habían
pasado, y todo era nuevo. él mismo era nuevo en el evangelio, su testimonio era:
· “Las cosas viejas pasaron”.
El concepto de la salvación por obra de la ley cambió para incluir a todos “por gracia” (comp. Ef. 2:5). El sistema de adorar a Dios a través de ritos y sacrificios cambió también; ahora los adoradores tienen libre acceso a Dios, siendo personas renacidas con nuevas actitudes y un espíritu nuevo. En realidad “todas [las cosas] son hechas nuevas” (v. 17).
“Y todo proviene de Dios” (v. 18). En los versículos anteriores Pablo describió en pocas palabras la maravilla de la salvación; Dios se encarnó en Cristo para que todos también tuvieran la oportunidad de “estar en Cristo” como nueva creación del Señor; ya el mundo antiguo pasó y, por Cristo, Dios ha creado un nuevo género entre la humanidad en un mundo nuevo que ha de venir. Todo lo anterior no vino de sorpresa o por las maquinaciones del hombre, sino por el diseño y el plan predeterminado de Dios. él es el autor de la salvación; todo vino de Dios y no del hombre.
El impacto de la obra de Dios fue la reconciliación*) (v. 18). A menudo se llega a pensar que la reconciliación se efectúa cuando el ser humano toma la decisión de reconciliarse con Dios. Sin embargo, el verdadero significado de la reconciliación es que Dios tomó la iniciativa para recibir al hombre, a pesar de sus delitos, sus faltas, su hostilidad, su rebelión y su pecado. La iniciativa siempre la tomó Dios. El mundo se había alejado de él, pero él no podía aguantar dicho distanciamiento; ni la ley ni los profetas ni el sistema de sacrificios podían efectuar la reconciliación del hombre, Dios la efectuó por medio del sacrificio de su hijo amado.
Ayuda Hermenéutica:
*) G2643 katalage = (καταλλαγή, G2643),
relacionado con B, Nº 1, primariamente intercambio, denota reconciliación, un
cambio en una de las partes, inducida por una acción de la otra. En el NT., la
reconciliación de los hombres con Dios por su gracia y amor en Cristo. Este
término se utiliza en Rom. 5:11 y 11:15.
La causa que desencadena la proclamación universal de la reconciliación por medio del evangelio fue el desechamiento (parcial y temporal) de Israel. Se ofrece a los gentiles, mediante el
evangelio, una nueva relación con Dios. Este término se utiliza también en 2 Cor.
5:18-19, donde «el ministerio de la reconciliación» y «la
palabra de la reconciliación» no son el ministerio de enseñar la doctrina de la
expiación, sino el de rogar a los hombres que se reconcilien con
Dios en base a lo que Dios ha llevado a cabo en Cristo.
Nota: En el AT., en algunos pasajes de rvr, aparece la
incorrecta traducción «reconciliar» (esto
es, hacer reconciliación), donde la rvr77
traduce correctamente por «expiación» (por ejemp., Lv. 8:15).
(VINE).
G2643 καταλλαγή = katalagué: de G2644; cambiar (figurativamente ajuste), i.e. restauración al (divino) favor: - reconciliación, reconciliar. (Strong).
No
había manera de que el hombre pudiera culpar a Dios por la separación. Cuando el hombre
experimenta la reconciliación con Dios, es natural que se reconcilie con los
hombres; él no puede gozar de la reconciliación efectuada por Dios y rehusar la
reconciliación con los hombres; es más, Dios “nos ha dado el ministerio de la reconciliación”
(v. 18c). Somos portadores y agentes con la obligación de efectuar la
reconciliación entre los hombres y Dios, luego, como consecuencia, la
reconciliación se hace posible y necesaria entre los hombres.
NOTA: La RECONCILIACIÓN comporta un cambio de relación, porque nuestros pecados ya no nos son tenido en cuenta (v. 19). Ahora, nosotros tenemos que anunciar a otros este mensaje de la gracia de Dios.
Pablo
describe en el v. 19 la manera o proceso por medio del cual Dios efectuó la
salvación:
· “Dios estaba en Cristo”.
Esta
declaración indica que el vehículo de la reconciliación fue el Cristo encarnado.
En Heb. 10:5-7, citando el Salm. 40:6-8, el autor pronuncia como ineficaces el
sacrificio y la ofrenda, pero lo describe como si fueran palabras de la boca de
Cristo:
Ø “me preparaste un cuerpo… ¡Heme
aquí para hacer tu voluntad, oh Dios!”.
El
alcance de la reconciliación es el mundo entero, toda la humanidad, y alcanza
aun a la misma creación (ver Rom. 8:20-21).
En
la reconciliación el perdón es esencial “no tomándoles en cuenta sus transgresiones” (v.
19b); Dios toma la iniciativa para perdonar. El vislumbre del perdón por
Cristo se encuentra en Is. 1:18 cuando Dios llama a Israel:
· “Venid… razonemos…”, y
· Les
ofrece el perdón.
La validez de la obra de reconciliación de Dios se reafirma en el NT., contrastando ampliamente el ineficaz sistema judaico con la obra eficaz de Cristo.
Nuestra
misión es aludida en la frase: “encomendándonos… la palabra”
(v. 19c); Dios
ha puesto en nuestras manos la palabra de reconciliación y espera que seamos
sus mensajeros (comp. 1 Cor. 1:18; Rom. 1:15).
NOTA: V. 19: Pablo reafirma lo dicho en el v. 18. reconciliando consigo al mundo. La muerte de Cristo “cambio” (el significado de “reconciliar”) la posición de todo el mundo (no solo de los elegidos) de enemigos (Rom. 5:10) a individuos que pueden ser salvos (aunque la salvación real no llega hasta que uno CREE (V. 20).
La
reconciliación no es iniciativa nuestra; más bien es algo que Dios efectuó por
la muerte de Cristo (v. 20). El Señor hizo a un lado todo lo que
significaba distanciamiento por su parte para que pudiera venir y proclamar la
paz espiritual. Lo que hizo necesario el evangelio es la condenación del mundo
y del pecado.
Por
otro lado, Dios hizo todo lo necesario a través de Cristo; cuando la obra de
Cristo se cumplió, la reconciliación del mundo se hizo posible, y a nosotros
nos queda aceptarla y proclamarla. El evangelio no es solamente un buen
consejo; es una buena noticia.
Dios asumió toda la responsabilidad por medio de la reconciliación y se hace efectiva para nosotros cuando la aceptamos. Cuando lo hacemos, entonces “ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Rom. 8:1). Lo que Dios ha hecho en la reconciliación merece y debe proclamarse a toda la humanidad.
Pablo
nos lleva a la cumbre del ministerio cristiano con su declaración: “somos embajadores de Cristo”
(v. 20a);
el papel del embajador es único porque él está apoderado por la entidad que lo
mandó. Solemos pensar en el pastor, el evangelista o el líder cristiano como un
embajador, pero en realidad cada creyente es un embajador; él es el mejor, si
no el único, testigo por medio del cual Dios puede exhortar a ciertas personas.
No
es difícil definir nuestra esfera como embajadores cuando comprendemos el
concepto de “círculos
concéntricos”, comenzando con nuestros familiares y extendiéndonos a
nuestros vecinos, a las personas con las que convivimos diariamente y aun hasta
nuestros contactos casuales o inesperados. En cada contacto Dios nos asigna una
obra como embajadores.
¿Qué podemos decir de los que van “en nombre de Cristo” (v. 20a)? Deben tener la
dignidad, la autoridad, la presencia y el poder de representar eficazmente al
Dios que ha reconciliado al mundo consigo mismo. Hay dos maneras de identificar la
reconciliación:
Ø En primer lugar,
se suele pensar que la reconciliación se aplica a los incrédulos, pero aquí en
2 Corintios Pablo estaba hablando a creyentes, diciéndoles que se reconciliaran
con Dios. Si estudiamos los dos énfasis de la reconciliación, es cierto que
cuando se predica el evangelio se invita o apela a los oyentes a reconciliarse
con Dios. Por medio del arrepentimiento
y por la fe en
Cristo Jesús, Dios perdona el pecado y da el don de la vida eterna.
Ø Pero, en segundo lugar, la reconciliación es algo perenne en la vida del creyente, cuando surge
la rebelión o el pecado en la vida de uno, hay necesidad de reconciliarse, así que la invitación es para
los creyentes en cualquier época de su vida y en cualquier etapa de su
experiencia. Cuando hay un desacuerdo o una tendencia de rechazar
el evangelio y la gracia de Dios, hay que volver a reconciliarse
con Dios y con lo que Dios ha hecho en
Cristo Jesús.
“Rogamos” (v. 20c) es la súplica con la que nos
acercamos a los no creyentes, pidiendo que ellos dejen su rebelión y
alejamiento para aceptar la oferta de perdón y paz que Dios ofrece por medio
Cristo Jesús.
El mensaje invitación siempre es igual: “¡Reconciliaos con Dios!” (v. 20d). Este versículo es la clave en el argumento de los versículos 18 al 21. Aquí Pablo combina la proclamación evangelística con el ministerio pastoral que tanto se necesitaba en Corinto. Hay también otro motivo para la apelación de Pablo y es que su relación con los corintios a estas alturas no estaba del todo clara y estable; el anhelo de él era que los corintios tomaran pasos para reconciliarse con él. En la vida de ellos, y en la nuestra, la reconciliación tiene que ser no solamente un concepto teológico, sino una realidad práctica y personal en nuestras relaciones humanas.
El
versículo 21, sin lugar a dudas, era bien conocido en la iglesia
primitiva, posiblemente como un credo (comp. 1 Cor. 15:3).
“Al que no conoció pecado” (v. 21a),
es decir, que no había cometido ni un delito, esto era una idea muy ajena al
pensamiento judío tradicional. La afirmación tan fuerte de Pablo sobre la
rectitud de Cristo fue aceptada de lleno como un hecho por los creyentes
primitivos.
Muchas
referencias en el NT., afirman la inocencia de Cristo (ver 1 Jn. 3:5; 1 P. 2:22;
Heb. 4:15; 7:26). Fue un hecho afirmado por el mismo Jesús (Jn. 8:29; 8:46).
Debe notarse que Pablo dijo que Dios “le hizo pecado” (v. 21b). Por otro lado, Jesús
voluntariamente se sacrificó por el pecador (Jn. 10:17-18).
En
otro lugar Pablo dice que Cristo se identificó en su encarnación con nosotros
como pecadores (comp. Rom. 8:3), pero aquí vemos que Cristo vino a ser
sacrificio por el pecado. Este concepto tiene sus raíces en el AT., en Isaías
53 donde habla del siervo sufriente, especialmente en 53:10 donde dice:
· “Cuando se haya puesto su vida
como sacrificio por la culpa”.
Esta
frase “por
nosotros Dios le hizo pecado” (v. 21b) está sujeta a tres posibles
interpretaciones:
(1) Que Cristo fue tratado como pecador en su propia persona;
(2) Que Cristo se identificó con el pecado en su encarnación;
y
(3) Que Cristo
llegó a ser sacrificio por el pecado.
Varios
eruditos se inclinan por la tercera de estas posibilidades y citan también la enseñanza
de Is. 53:10 para apoyar este punto de vista.
Hay
que entender esto a la luz del régimen de los sacrificios en el AT.; en estos
ritos un animal inocente y perfecto fue ofrecido en vez del pecador; cada vez
que un judío traía dicho sacrificio subrayaba simbólicamente la transferencia
del pecado. Las ideas principales, especialmente los del gran “Día de expiación”
(ver Lv. 16) eran de sustitución y representación, pero como el autor de
Hebreos nos enseña, esto servía solo para hacer recordar al pecador que “la sangre de los
toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados… pero me preparaste un cuerpo… ‘¡Heme aquí para hacer, oh Dios, tu voluntad!’” (Heb.
10:3-7).
Dios
identificó a su hijo con la condición humana en su perdición (“por nosotros Dios
le hizo pecado” 21b), pero luego, con la frase “hechos justicia de Dios en él” (21c),
proclama la gloriosa idea de que los creyentes pueden ser justos con una
justicia que le pertenece a él. Una traducción libre reza así:
· “Que en él [Cristo] podemos ser hechos uno con la misma bondad que le pertenece a él”.
En Cristo, Dios ha actuado para establecer un nuevo orden en el mundo y la justicia de que se habla aquí no es que sea una cosa muy individual disponible por la fe, sino que es un don de Dios.
En
resumen, este pasaje (vv. 16-21) tiene un tema principal. Pablo está
convencido de que en Cristo un mundo nuevo nació y una nueva edad se ha
proyectado en la historia del mundo. Las palabras sinónimas para describir esta nueva etapa en
la historia son:
· “Una nueva creación”,
· La “reconciliación”
y
· La “justicia”.
No hay ninguna duda de que Pablo abogaba por el concepto que tiene como centro el perdón de pecados y una nueva relación con Dios por medio de Cristo. Dicha realidad nos une con nuestro Creador como personas reconciliadas con él y los unos con los otros.
En
lo práctico y lo pastoral, Pablo apela a los creyentes de Corinto diciendo:
· “¡Reconciliaos con Dios!”
(20d).
La proclamación de las buenas nuevas se estanca a menos que vivamos como “hijos reconciliados”. En un sentido especial, Pablo consideraba a los corintios como sus hijos espirituales y apela a reconciliarse con él, reconociendo que eran verdaderamente sus propios convertidos.
En
el capítulo 5, Pablo llega a una cumbre de inspiración y afirmación, enfocando
la alta posición que el creyente tiene como embajador de Cristo. Como
embajadores somos comisionados a buscar la reconciliación de todos los seres
humanos y a vivir siempre en un “ambiente de reconciliación” los unos con los otros
en la comunidad de la fe.
En el v. 21, el último del capítulo 5, Pablo contempla el cuadro que está dibujando referente a la reconciliación de Dios con el hombre. Esta reconciliación que se originó en Dios fue implementada y finalizada por Dios mismo por medio de la muerte de Cristo Jesús. Fue toda de gracia, y solo la gracia hizo posible la reconciliación.
Concluye:
De
forma sorprendente, Dios nos confió “la palabra
de la reconciliación”, invitándonos a atender a TODOS los heridos y quebrantados (como
nosotros).
Participemos de la obra de sanidad donde los enfermos se curan mediante la unión con ÉL. Esta RECONCILIACIÓN es para TODOS los que quieren recibirla.
Dios nos confió “la palabra de la reconciliación”:
___________
Nota y
Bibliografía:
-
Biblia de Estudio RYRIE.
-
e-Sword-the. LEDD. Mundo Hispano.
- Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 31//5//2025. MISIÓN BAUTISTA “Emanuel”.
Ciudadela de Noé. Los Cardos Mz.E - Lt.18.
III Etapa. Cerca del Hospital Regional II.
Cel. 937-608382-Tumbes.
charlyibsh@hotmail.com
Visite: El Block ‘El Alfarero Restaurador’ “El Shaddai”.
Comentarios
Publicar un comentario